30 may 2017

Bob Black: la abolición del trabajo

 "La abolición del trabajo" es un breve texto escrito por el anarquista estadounidense Bob Black. Este texto se inscribe en una tradición (que va desde Charles Fourier, pasando por Paul Lafargue o William Morris) crítica con el trabajo en el modo de producción capitalista. 
Pinchando este enlace puedes leer el texto completo.

Pero me gustaría, para esta tarea, que leyerais también la clarificadora reseña que escribió Layla Martínez sobre este texto. Pinchar aquí.






Cuestiones:
- ¿Qué valoración crítica hace la autora del texto de Bob Black?
- ¿Cuáles son las alternativas al actual modelo de trabajo según Bob Black?
- ¿Cuáles son las "tres balas" que según Layla Martínez dispara el autor en este texto?
-¿Cuál es tu valoración crítica?

23 may 2017

Panrico: la huelga más larga en 40 años.

En los últimos años, a partir de la crisis económica de 2008, se han producido muchas huelgas de trabajadores y trabajadoras. Algunas, duras y largas como la lucha de los Transportes Metropolitanos de Barcelona por los dos días de descanso (2008), el conflicto de Coca-Cola en Fuenlabrada o la de las plantillas externalizadas de Telefònica-Movistar (2015), o los conflictos de Sintel, HP... Pero la más larga fue la que se inició en octubre de 2013 en la fàbrica de Panrico en Santa Perpètua de la Mogoda (Barcelona), y que se prolongaría 8 meses. Después de que la empresa planteara un nuevo ERE, que inicialmente iba a suponer la eliminación de 745 puestos de trabajo y rebajas salariales del 18%, en Santa Perpetua convocaron una huelga indefinida.
(Mira la noticia del inicio de la huelga en el diario El Mundo (30/09/2013).

 En este tiempo, se han producido enfrentamientos con la dirección; con compañeros de las otras fábricas, que han transportado bollería desde las otras plantas del Estado hasta Catalunya, y con los transportistas, que han intentado introducir los productos de la marca con camiones pintados o de Campofrío y que han intentado salir a toda costa, saltándose a los piquetes.
 Esta fábrica, levantada en los años 60 en pleno desarrollismo, fue vendida en 2001, junto con el resto de la empresa, a La Caixa. Desde entonces, la fábrica de los conocidos Donuts, ha sido manejada por dos fondos de inversión, primero Apax Partners y posteriormente Oaktree (que pretendían sanear la empresa para volverla a vender). Ambos han planteado una política del shock que comenzó con la venta de varias plantas, de una marca (Artiach) y siguió, ya con Oaktree, con un primer recorte en el que la plantilla aceptó rebajas de sueldo del 18%. Desde el inicio de la crisis, la ciudad de Santa Perpètua ha visto cerrar 200 empresas, en su mayoría industrias.
Sobre esta larga huelga, la más larga desde la Transición, dos periodistas, Isabel Benítez y Homera Rosetti, han publicado el libro Panrico: la vaga més llarga, que intenta recuperar algunos de los elementos clave a la hora de explicar las derrotas y las victorias en las luchas laborales. (Puedes leer el prólogo de este libro pinchando en el enlace):
No luchar es una derrota por sí misma, por lo que la movilización consciente y participativa es la única alternativa que tiene el movimiento obrero.
 
Entrevista a Trabajadores de PANRICO DONUTS en HUELGA INDEFINIDA / Barcelona, Polo industrial Sta. Perpetua. Realizada por Contraimagen TVPTS.

CUESTIONES:
- ¿Cuáles fueron los motivos que desencadenaron esta huelga? 
- ¿Qué papel han jugado los distintos sindicatos? ¿Y los representantes políticos? ¿Ha habido solidaridad de otros trabajadores y trabajadoras?
- ¿Cómo funciona un fondo de inversión?
-¿Por qué finalizó la huelga?

Neoliberalismo y educación


RESEÑA
Encarna Rodríguez, "Neoliberalismo, Educación y Género. Análisis crítico de la reforma educativa española", La Piqueta, Madrid, 2001, pp. 252.

Muchas profesoras y profesores que colaboraron, desde posturas democratizadoras y de innovación curricular, en el desarrollo inicial de la LOGSE, experimentaron posteriormente la involución de la reforma educativa en el contexto de la creciente tendencia neoliberal (económica y cultural), en nuestro país, con su tendencia a exaltar la racionalidad del mercado y del individuo. Con un cierto tono autobiográfico, y resaltando la categoría de género en sus análisis, las páginas de este libro nos ayudan a comprender el progresivo desencanto o frustración de muchos de estos enseñantes que participaron en la LOGSE. Así, describe cómo, desde finales de los años 80, el debate ideológico en torno a la defensa del currículo abierto fue sustituido por un Diseño Curricular Base (1989), reducido a una cuestión técnica que pronto desincentivaría la participación del profesorado; la pluralidad de perspectivas de los inicios se vio desplazada por el dogmatismo de la corriente psicológica constructivista; el papel activo del profesorado a través de su experiencia diaria en el aula fue sepultado por los nuevos saberes expertos y su nueva terminología; las primitivas tendencias democratizadoras fueron sustituidas por el progresivo reforzamiento de las estructuras formales (equipos directivos e inspección): la “calidad en la gestión” se fue alejando de la participación.
En esta nueva agenda neoliberal se apela constantemente a la eficiencia, a una “cultura empresarial” que se proyecta sobre el sector público y que se traduce en burocratización y privatización; los problemas de naturaleza social (como la diversidad escolar o la insatisfacción laboral) se disuelven en conflictos psicológicos; las prácticas de colaboración democráticas en la escuela, que incorporaban los debates ideológicos, los saberes y propuestas de los docentes, se despolitizan. De esta forma, esta despolitización obliga a los docentes a intentar resolver, en los estrechos límites de su aula, las contradicciones sociales que la escuela pretende ignorar; o lo que es lo mismo, desarrollar la irresoluble tarea de articular el cumplimiento acrítico de un currículo oficial de corte neoliberal con la creencia en las posibilidades democráticas de la escuela. Además, el profesorado se debe concentrar en crear “situaciones de aprendizaje” en los que el alumnado ideal (los hijos de las clases medias que pueden explotar el capital cultural que le proporciona su entorno social) desarrolle sus habilidades y capacidades individuales.
En el análisis de esta reforma la cuestión del género, la presencia y participación de las mujeres en el sector educativo, se hace fuertemente visible y contribuye a su politización, a entender otras formas de liderazgo y colaboración. El género (una construccion social inestable), junto a las diferencias de clase o raza, permitiría identificar otras fuentes sociales de desigualdad, contribuiría a radicalizar y democratizar nuestras instituciones; y a la vez, como señala la autora, es “una dimensión determinante de las dinámicas curriculares y la relación escuela-sociedad”.
José B. Seoane Cegarra.

Todo tiene un límite. Ecologismo.


RESEÑA.

Jorge Riechmann, Todo tiene un límite: Ecología y Transformación social. Debate,Madrid, 2001.

Vivimos actualmente, señala Riechmann en este libro, en una especie de inmadurez colectiva que, desde la ideología productivista dominante que refleja muy bien nuestra publicidad, nos anima a apetecerlo todo a la vez, a no renunciar a nada. Esto nos ha llevado a perder nuestra conciencia de los límites. Al igual que vivimos desde 1945 bajo la amenaza nuclear, desde mediados de la década de los sesenta somos conscientes de la globalidad de la crisis ecológica, aunque la ceguera de nuestras “sociedades autosatisfechas” parece constantemente negarlo. A aquellos políticos y responsables institucionales que creen enfrentarse a una problemática reciente, deberíamos recordar que ya desde el siglo XVIII aparecen en nuestra cultura interesantes reflexiones éticas acerca de la problemática entre Tecnociencia, Medio ambiente y Sociedad. Así lo muestran autores como David Henry Thoreau (Walden, 1854), Henry S. Salt (Los derechos de los animales, 1892) o Jeremy Bentham (Principios de moral y legislación, 1789). Pero es que, además, habría que discutir con esos mismos responsables políticos y científicos la supuesta bondad de su concepto de “desarrollo sostenible”, el mantenimiento de una ideología que expolia y agota unos recursos naturales limitados en beneficio de los países más ricos. La defensa del crecimiento económico en los países industrializados, la expansión e incesante acumulación del modo de producción capitalista, sólo es posible –como señala Riechmann- externalizando los costes de producción, y en particular los daños ecológicos. Las empresas logran de esta forma que otros (los ciudadanos, en especial los de los países más pobres) carguen con los residuos, el deterioro del medio ambiente y la escasez de recursos naturales que las primeras provocan.
Nuestra biosfera es finita y nos estamos haciendo responsables de la alteración de algunos de sus ciclos naturales, del exterminio y la crueldad con algunas de sus especies o formas de vida. Somos una especie biocida.
Frente a todo esto, Riechmann propone fundamentar ecológicamente “otra” política, otro mundo posible, con iniciativas como la “Vía Campesina”, la teoría del “crecimiento cero” o la “Tasa Tobin”. Esperemos entre todos hacerlo real.

15 may 2017

Los trabajadores pobres: "Por cuatro duros"


Un fenómeno creciente en España tras la crisis es el del incremento de los trabajadores y trabajadoras pobres; es decir que, a pesar de tener un empleo, su salario no les permite vivir dignamente. Acostumbrados a asociar la pobreza al desempleo, la situación laboral actual ponen en cuestión esta idea. Crecimos oyendo que el secreto del éxito era "trabajar duro", que trabajando duro se podía siempre salir adelante. Lo que no imaginábamos es que podríamos trabajar duro y encontrarnos cada vez más hundidos en la pobreza y el endeudamiento.
En el año 2001, la ensayista norteamericana Barbara Ehrenreich escribió Por cuatro duros. Cómo (no) apañárselas en Estados Unidos (en inglés, Nickel and Dimed: On [Not] Getting By in America). Un día, comiendo con el director de la revista Harper's, se le ocurrió comentar el hecho de que la reforma de la Seguridad Social que acababa de aprobar el Congreso de Estados Unidos (1996) iba a lanzar al mercado a unos cuatro millones de mujeres que dejarían de percibir prestaciones sociales y tendrían que buscar trabajo con salarios mínimos, de unos siete dólares la hora. "¿Cómo viven las trabajadoras no cualificadas con un jornal así? Alguien tendría que hacer periodismo a la vieja usanza, lanzarse a la calle y ver cómo es la cosa", comentó. El director de Harper's no perdió un segundo: "Lo mismo pienso yo. Cuéntalo". Los acontecimientos relatados en el libro tuvieron lugar entre la primavera de 1998 y el verano de 2000. ¿Cómo puede sobrevivir –y mucho menos prosperar– alguien, por seis dólares/hora? La autora dejó su casa, alquiló las habitaciones más baratas y aceptó cualquier trabajo que se le ofreció. De Florida a Maine o Minnesota, trabajó como camarera de hotel, mujer de la limpieza, auxiliar de enfermería y empleada de Wal-Mart: una odisea penosa, cargada de humor negro y de mil estratagemas desesperadas para sobrevivir en el sufrido terreno laboral norteamericano. Pronto descubrió que ningún trabajo es verdaderamente «no cualificado», hasta las más humildes ocupaciones requieren un agotador esfuerzo mental y muscular. Y que un solo puesto de trabajo no es suficiente para salir adelante.


      Ehrenreich investiga muchas de las dificultades que enfrentan los trabajadores con bajos salarios, incluyendo los costos ocultos de necesidades tales como alojamiento (los pobres a menudo tienen que gastar mucho más para cubrir el costo diario de un cuarto de hotel que lo que tendrían que pagar para alquilar un apartamento si pudieran abonar el depósito de garantía y el primer y último mes) y alimentos (por ejemplo, los pobres tienen que comprar comida que es más cara y menos saludable de la que comprarían si tuvieran acceso a refrigeración y enseres necesarios para cocinar). El Estado ha abandonado su responsabilidad respecto al derecho a la vivienda. Mientras los subsidios para la adquisición de viviendas se mantienen, los subsidios para el alquiler desaparecen.
    En primer lugar, Ehrenreich ataca la noción de que los empleos mal remunerados requieren mano de obra no calificada. Por el contrario, muchos de estos trabajos requieren energía, concentración, memoria, rapidez mental y la capacidad de aprender rápidamente. El movimiento constante y repetido crea un riesgo de lesiones por esfuerzo repetitivo; a menudo se debe trabajar a pesar de sentir dolor para mantener el trabajo en un mercado laboral donde hay una rotación constante de trabajadores. El papel de  los supervisores era principalmente interferir con la productividad de los trabajadores, obligar a los empleados a llevar a cabo tareas sin sentido, y hacer toda la experiencia de trabajar por un mal salario aun más miserable. Los patronos ofrecen casi cualquier cosa -comidas gratis, subsidios para el transporte, descuentos en los almacenes- con tal de no subir los salarios (pues estos extras pueden ser suprimidos más fácilmente: son como un regalo que puede dejar de hacerse sin ninguna explicación).
Durante un mes de pobreza y trabajo duro, nadie conoce mi cara ni mi nombre, que pasa inadvertido, casi siempre sin pronunciar (...), soy "bonita", "cariño", "rubia" y, la mayoría de las veces, "chica".
       En los vídeos de formación de algunas empresas, se utiliza una neolengua empresarial en la que los administradores son presentados como "líderes a nuestro servicio", no como jefes; las tensiones se superan "teniendo un pensamiento correcto y una actitud positiva"; los sindicatos no son necesarios; cualquier cosa que no sea trabajar en horario de trabajo es "tiempo robado" (aunque no hable del tiempo robado al trabajador). En el proceso de la contratación no existe el momento intermedio "en el cual te enfrentas con el empleador como sujeto libre": "El control de drogas, intercalado entre la solicitud y el contrato, ensombrece todavía más el campo de juego, estableciendo que eres tú -y no el empleador- el que tiene que demostrar algo".  Los cuestionarios diseñados para eliminar a potenciales empleados indeseables, y los análisis de orina para pruebas de drogas, son cada vez más comunes en el mercado laboral de bajos salarios: disuaden a los posibles postulantes mientras violan las libertades individuales, aunque muestren un escaso efecto positivo tangible en el rendimiento laboral.
 La entrevista es del tipo "opciones múltiples": "¿Tengo alguna obligación, como el cuidado de los hijos, que pueda obstaculizar mi puntualidad en el trabajo? ¿Creo que la seguridad en el trabajo es responsabilidad de la empresa?". De pronto, acechando astutamente: "¿Cuántos dólares de productos robados he comprado en el último año?". Y, por último, "¿Es usted una persona honesta?"
    Los carteles de "Se necesita empleado" no indican necesariamente un puesto disponible; más a menudo su propósito es mantener una reserva de candidatos en industrias conocidas por su rápida rotación de empleados. Un puesto de trabajo mal remunerado a menudo no es suficiente para mantener a una persona (mucho menos a una familia). Dada la suba de los precios de la vivienda y el estancamiento de los salarios, vivir de un sueldo se vuelve cada vez más difícil. Muchos de los trabajadores que se mencionan en el libro sobreviven viviendo con familiares u otras personas en la misma situación, o incluso en sus vehículos. Pero esto no parece existir para los medios de comunicación: "Cuando por la noche miro la televisión después de cenar, veo un mundo donde casi todos ganan 15 dólares la hora o más" (abogados, médicos, presentadores...).  
   Parece haber una "conspiración de silencio" sobre el tema de la pobreza y los pobres. Pero la población acomodada rara vez ve a los pobres o, si les echan la vista encima en algún espacio público, rara vez se dan cuenta de lo que están viendo. No suelen compartir espacios y servicios con los pobres:  "Conforme se deterioran las escuelas y demás servicios públicos, quienes pueden  permitírselo mandan a sus hijos a colegios privados y esos hijos pasan sus horas libres en espacios privados. En gimnasios y no en el parque local. No viajan en autobuses públicos ni en metros. Se retiran de vecindarios donde se mezclan las distintas clases, para concentrarse en zonas residenciales distantes, comunidades cercadas o apartamentos vigilados. Compran en tiendas que, en consonancia con el prevaleciente "mercado segmentado", están pensadas sólo para atraer a los adinerados" .
Entre los no pobres es corriente creer que la pobreza es una condición soportable, austera tal vez pero, de alguna manera, irán tirando..., ¿no es verdad? "Siempre ha sido así". Lo que a los no pobres les cuesta ver es que la pobreza es una angustia profunda: el almuerzo que consiste en Doritos o frankfurts y conduce al desfallecimiento antes de terminar el turno. El "hogar" que es el coche o un camión. La enfermedad o la lesión con la cual "hay que seguir adelante", con los dientes apretados, porque no hay paga por enfermedad ni seguro de salud y la pérdida de salario de un día significa que, al siguiente, no hay con qué comprar comida. Esas experiencias proporcionan un estilo de vida insoportable, un estilo de vida de privaciones crónicas y ensañamientos más o menos velados. Casi con cualquier estándar de subsistencia hay situaciones de emergencia. Así es como tendríamos que ver la pobreza de tantos millones de estadounidenses con bajos salarios, como un estado de emergencia permanente.
     ¿Por qué no se rebelan? Algunos, como Lori, señalan que "no tengo el más ligero resentimiento porque, ¿sabes?, mi objetivo es llegar a donde ellos están". Otros, como Colleen, responden que "A mí realmente no me importa porque supongo que soy una persona corta de miras y no pretendo lo que ellos tienen. Quiero decir que eso no significa nada para mí. Lo que sí me gustaría es tener un día libre de vez en cuando..., si fuera posible..., y aun así poder comprar provisiones el día siguiente". Como señala Ehrenreich, los trabajadores no están generalmente bien informados de sus opciones en el mercado, y tampoco conocen los salarios de los demás trabajadores. Además, existe un poder de coacción que permite a la empresa registrar tus pertenencias, obligarte a pasar un control de drogas o un test de personalidad en el que se plantean preguntas sobre tus "sentimientos de autocompasión", sobre si eres un solitario o te crees un incomprendido. La prolongación de esta situación de sometimiento, que afecta a la propia dignidad, conduce a eludir la lucha o el enfrentamiento, incluso en defensa propia. A pesar de todo ello, asombra "el amor propio que la gente ponía en trabajos tan mezquinamente recompensados, tanto en salarios como en reconocimiento":
Muy a menudo esas personas consideraban a la dirección como un obstáculo para que las tareas se hicieran como es debido. A las camareras les irritaba la tacañería de los administradores con los clientes; a las empleadas del hogar que las restricciones de tiempo las obligaran a dejar detalles pendientes; a las vendedoras les gustaba que el salón de ventas estuviera bonito, y no abarrotado con el exceso de mercadería que exigía la dirección. Dejadas a su aire, ideaban sistemas de colaboración y tareas compartidas; cuando se producía alguna crisis, se ponían a la altura de las circunstancias. Lo cierto es que era con frecuencia difícil ver cuál era la función de la gerencia, como no fuera la de exigir que se le rindiera homenaje.
     Ehrenreich concluye con el argumento de que todos los trabajadores con bajos salarios, que reciben del gobierno o de organizaciones benéficas servicios como dinero de la asistencia pública, alimentación y cuidado médico, no están viviendo de la generosidad de otros. Por el contrario, todos vivimos de su generosidad:
Cuando alguien trabaja por menos dinero de lo que necesita para vivir -cuando pasa hambre para que tú puedas comer más barato y mejor-, está haciendo un gran sacrificio por ti, te ha regalado parte de sus habilidades, su salud y su vida. Los "trabajadores pobres", como consentimos en que se los llame, son de hecho los principales filántropos de nuestra sociedad. Ellos descuidan a sus propios hijos para cuidar a los niños de otros; habitan viviendas precarias para que otras casas estén brillantes y perfectas; tienen que soportar privaciones para que la inflación sea baja y los precios de las acciones sean altos. Ser uno de esos trabajadores pobres es ser un donante anónimo, un desconocido benefactor de todo el mundo. (p. 221)
     Tras la publicación de este libro, en algunos lugares de trabajo de Estados Unidos, sus operarios se manifestaban con una camiseta e insignias en las que se leía: "Pregúntame cómo vivo con cuatro duros". En algunas ciudades y estados, grupos de activistas presionaban a los ayuntamientos para que promulgaran ordenanzas que promovieran salarios dignos y a los estados para que subieran los salarios mínimos. Sus críticos, por el contrario, seguían alertando sobre los supuestos efectos nefastos del aumento de salarios en la economía.
 
Sobre este libro puedes leer también la reseña de Soledad Gallego-Díaz: Desengáñese, la pobreza no es soportable.


Cuestiones:
- Cuéntanos tu experiencia: condiciones laborales y salariales, relaciones con administradores y compañeros,  conflictos o resistencias, colaboraciones y apoyos en el trabajo...

14 may 2017

Preferiría no hacerlo

El escribiente Bartleby (1853) es un personaje literario célebre por su testaruda desobediencia a las órdenes en el trabajo. Es el protagonista de una novela del escritor norteamericano Herman Melville (autor de Moby Dick.
El narrador es un abogado de Wall Street que contrata en su estudio al tal Bartleby para un trabajo de escribiente.Con el tiempo, Bartleby, que se muestra en principio trabajador y concienzudo,  va posteriormente revelando otra parte de su personalidad, rechazando algunos trabajos que le demanda su jefe. No los rechaza abiertamente. Simplemente dice que "Preferiría no hacerlo" y no lo hace. Y esta frase vuelve una y otra vez a sus labios: "Preferiría no hacerlo". Poco a poco, deja completamente de trabajar, pero también de salir del local del trabajo donde duerme. El narrador descubre que Bartleby no abandona nunca la oficina y que parece que se ha quedado a vivir allí. Al día siguiente, le hace algunas preguntas, pero Bartleby responde siempre con la misma frase. Poco después, Bartleby decide no escribir más, por lo que es despedido. Pero se niega a irse de la oficina.
 Incapaz de expulsarlo por la fuerza, el narrador decide trasladar sus oficinas. Bartleby permanece en el lugar, y los nuevos inquilinos se quejan al narrador de su presencia. El narrador intenta convencerlo de que se vaya, pero no lo consigue. Y ya no os cuento más...
 (Fuente: wikipedia)

Si quieres leer este relato, pincha aquí.

"Preferiría no hacerlo": Esa es la frase que el escribiente Bartleby comenzó a repetir, a partir de un momento dado, cada vez que su jefe le ordenaba algo. Algo que desesperaba a este último.
Tras meses de constante y devota entrega a su trabajo, Bartleby anuncia un buen día: "He dejado de copiar". Y se marcha.
Pero la inicial ira de su jefe se va amortiguando cuando observa en Bartleby, por otro lado, la "constancia, su carencia de todo vicio, su incesante laboriosidad (excepto cuando opta por dejarse llevar de una larga ensoñación tras su biombo), su gran silencio, la inalterabilidad de su conducta en cualquier circunstancia".
La firmeza serena de Bartleby ante las órdenes de su jefe parecen conducir en el relato a una situación sin salida, en la que no se alcanza del todo a entender el sentido de su actitud.

Cuestiones:
- Tras animaros a leer este interesante breve relato, ¿podríais responder a qué se debe la actitud de Bartleby, su negativa a obedecer y realizar el trabajo que se le ordena? 

La filosofía: "jugar en serio"

 Platón considera la actividad filosófica como "jugar en serio": tomar en serio cuestiones que generalmente ignoramos (o que consi...