En julio de 1888, en la fábrica de cerillas Bryant & May, en Bow, al este de Londres, las 1.400 obreras de la empresa, conocidas como 'the matchwomen' (las cerilleras), se declararon en huelga. La dirección de la fábrica despidió a una joven empleada para dar una lección a las huelguistas. Las obreras (muchas de ellas inmigrantes irlandesas eligieron a seis delegadas para pedir la restitución de la despedida, el fin a los castigos y las multas cabildadas y un espacio sin humos tóxicos para comer en la nave de producción (algunas de ellas sufrían "mandíbula de fósforo", nombre común de una necrosis de mandíbula producida por el exceso de fósforo). La sociedad victoriana se escandalizó.
Ante la amenaza de la huelga, a las agitadas cerilleras les retiraron varios días de salario mientras crecía en ellas el vínculo de la solidaridad y el orgullo de ser 'matchgirls'. Algunas se caracterizaban por el sombrero que llevaban, sujeto a sus cabezas con unas largas agujas. Una descripción de la época atestigua: "A las cerilleras cuando se les presenta algún problema no dudan en utilizar esas largas y horribles agujas del sombrero para defenderse".
La huelga las llevó en manifestación hasta el Parlamento. La delegación que representaba a las 1.400 obreras fue elocuente en sus reivindicaciones. Se entrevistaron con tres diputados. El paso de las cerilleras por algunas calles 'bien' del centro de Londres causó estupor en la opinión pública victoriana. Las peticiones de las trabajadoras fueron atendidas. Allí surgió el mayor sindicato de mujeres del país. La huelga triunfó.
La historiadora Louise Raw escribió ha escrito un libro en el que cuenta las pericias de estas mujeres, desconocidas y pioneras en el movimiento obrero: 'Striking a light: the matchwomen and their place in history" (Encendiendo una luz: el lugar de las cerilleras en la Historia).
Fuente: Conxa Rodríguez, "Las cerilleras del East End", El Mundo, 17/06/2013
Judith R. Walkowitz, La ciudad de las pasiones terribles, Cátedra, 1992, pp. 158-164.
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