La gitanofobia cabalga con fuerza en Francia, Gran Bretaña y Alemania. París desalojó en 2013 a más de 20.000 gitanos de sus chabolas. Berlín planea una ley para evitar que los migrantes rumanos y búlgaros sin trabajo—la mayoría, romaníes— se queden más de seis meses en el país.
Recientemente, la Unión Europea celebró una cumbre especial para evaluar la marcha de las políticas
de integración de la minoría romaní. El panorama general es desolador,
con picos de odio racial en Hungría, Eslovaquia y la República Checa.
Sin embargo, en Suecia, el gobierno ha reconocido recientemente que durante 100 años marginó y esterilizó al pueblo gitano (El País, 28/03/2014). A lo largo del último siglo, Suecia esterilizó, persiguió, arrebató niños y prohibió la entrada en el país a los gitanos; y las personas de esa minoría étnica fueron tratadas durante décadas por el Estado como “incapacitados sociales”. La idea es saldar cuentas con el pasado para tratar de mejorar el
presente: “La situación que viven los gitanos hoy tiene que ver con la
discriminación histórica a la que han estado sometidos”, afirma el
llamado Libro Blanco, que ha sido presentado esta semana en Estocolmo, y
en el que se detallan los abusos cometidos con los gitanos a partir de
1900.
Entre 1934 y 1974, el Estado prescribió a las mujeres gitanas la
esterilización apelando al “interés de las políticas de población”, como
hizo Australia
con los aborígenes. No hay cifras de víctimas, pero en el Ministerio de
Integración explican que una de cada cuatro familias consultadas conoce
algún caso de abortos forzosos y esterilización. Los organismos
oficiales se hicieron con la custodia de niños gitanos que arrancaban a
sus familias. El estudio tampoco ofrece datos sobre esta costumbre, pero
Sophia Metelius, asesora política del ministerio, explica que se
trataba de “una práctica sistemática”, sobre todo en invierno.
Estocolmo admite que prohibió entrar a los gitanos en Suecia hasta
1964, pese a que se conocía la suerte que había corrido la minoría bajo
la expansión nazi: los expertos calculan que al menos 600.000 romaníes y sintis fueron exterminados en el Porrajmos, La Devoración en calé, a manos del régimen hitleriano y otros afines.
El Libro Blanco detalla los ayuntamientos suecos que prohibieron
asentarse de forma permanente a los gitanos, y recuerda que los niños
eran segregados en aulas especiales y que se les impedía acceder a los
servicios sociales. “La idea era hacerles la vida imposible para que se
fueran del país”, resume Metelius.
Cuestiones:
- A comienzos de siglo, en torno a teorías como la eugenesia y el degeneracionismo, surgieron en Europa movimientos que defendían la marginación, y en ocasiones esterilización, de las poblaciones consideradas como "indeseables", como una "carga social" para el Estado. ¿En qué se sustentaban esas teorías?
- ¿Qué fue el porraimos (samudaripen) o "genocidio gitano"?
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