En un artículo titulado "La herida de los hombres enfadados", la investigadora Beatriz Gimeno señala "las identidades masculinas heridas por inseguridades vitales profundas y por la pérdida de sentido que han generado en todo el mundo las políticas neoliberales y cuyo resultado es una reacción misógina global". En la actual situación de crisis, Gimeno recuerda que "la llamamos crisis, pero sólo si afecta mayoritariamente a los hombres porque, en realidad, esta es la situación en la que siempre estamos las mujeres, y entonces no la llamamos crisis sino que nos parece lo normal". En cambio, los hombres están viéndose también afectados por una crisis neoliberal que ha extendido la precariedad, y que pone en juego su identidad masculina tradicional en gran parte vinculada a un puesto de trabajo seguro y un salario suficiente para mantener a una familia:
"(...) La quiebra del rol de proveedor familiar es una herida que muchos hombres no saben cerrar. Además, las mujeres exigen derechos y estos empujan privilegios masculinos que muchos hombres no viven como tales, sino como parte del orden natural del mundo. Las heridas en las masculinidades tradicionales hacen nacer a esos “hombres enfadados” de los que habla Kimmel, heridos, desarraigados y que sienten que el mundo se abre bajo sus pies.
Para cerrar estas heridas aparecen los discursos neofascistas o trumpistas ofreciendo una narrativa que incide en que, efectivamente, las mujeres están robando a los hombres su masculinidad y, así, aunque el poder sigue siendo masculino, se difunde un relato victimista en el cual los hombres desposeídos pueden expresar lo que sienten como una amenaza a su masculinidad. Discursos que les permiten, como parte del objetivo de restitución del orden, expresar odio a las mujeres, a las que culpan".
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