"(...)No podemos sustituir la transmisión del deseo, del deseo de saber, por una educación emocional que considera la expansión narcisista de uno mismo -de acuerdo a la nueva razón neoliberal- como la única forma de verdad. Por el contrario, de lo que se trata es de promover el descentramiento del propio Yo para abrirse a otros mundos y abrazar el encuentro con la cultura y el conocimiento, más allá del cultivo engañoso de la autoestima y de la ilusión neoliberal de hacerse uno mismo mediante la aplicación de técnicas de gestión emocional".
Jordi Solé y Segundo Moyano, en su artículo titulado "La colonización Psi del discurso educativo" (Foro de Educación, nº 23, 2017, 101-120), analizan de forma crítica el peso que tiene hoy el discurso psicológico en el mundo educativo: desde el uso abusivo del diagnóstico en salud mental en el marco escolar, a los efectos de la expansión de las neurociencias en el conocimiento pedagógico, o el desarrollo de la psicología emocional en la construcción de "subjetividades emprendedoras". En este sentido, advierten que "cuando los aprendizajes ya no se vinculan con la cultura sino con el comportamiento, es decir, cuando la educación ha renunciado a la transmisión cultural, solo queda la praxis del examen de conciencia". Últimamente, señalan, "la educación está ocupada en hacer que los sujetos internalicen cierta mirada psicológica sobre sí mismos", mediante la aplicación de algunas técnicas psi que ayuden a "gestionar las emociones", una mezcla de Psicología positiva y herramientas básicas de autoayuda que han encontrado en la neurociencia el aval necesario...". La empresa se ha convertido en un modelo general a imitar, y este discurso define una nueva ética, la ética del emprendedor.
"Técnicas como el coaching empresarial, el training, la programación neurolingüística (PNL), el análisis transaccional (AT), el mindfulness y otros procedimientos de management personal..., se utilizan como "prácticas de gubernamentalidad" a la hora de entrenar a los sujetos en "el dominio de sí mismos... El hecho de que estos programas se presenten con valores que favorecen el bienestar y el desarrollo personal y las inteligencias múltiples (¿quién se atreve a criticarlos?), son acogidos con mucho entusiasmo, sobre todo entre los profesionales más voluntariosos y comprometidos con el cambio educativo".
Pero, como indican los autores de este artículo, quizás estemos "reemplazando la responsabilidad pedagógica por la de ofrecer cuidados terapéuticos" (cuidados que no pretenden transformar el entorno social sino promover una especie de ascesis emocional o un enfoque de salud mental, que puedan modificar los comportamientos que no se consideren "normalizados" en el modelo de escuela neoliberal).
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