En la transición del feudalismo al capitalismo, "las mujeres sufrieron un proceso excepcional de degradación social que fue fundamental para la acumulación de capital".
"En el nuevo régimen monetario, sólo la producción-para-el-mercado estaba definida como actividad creadora de valor, mientras que la reproducción del trabajador comenzó a considerarse algo sin valor desde el punto de vista económico, e incluso dejó de ser considerada un trabajo. El trabajo reproductivo se siguió pagando -aunque a valores inferiores- cuando era realizado para los amos o fuera del hogar. Pero la importancia económica de la reproducción de la mano de obra llevada a cabo en el hogar, y su función en la acumulación del capital, se hicieron invisibles, confundiéndose con una vocación natural y designándose como "trabajo de mujeres". Además, se excluyó a las mujeres de muchas ocupaciones asalariadas, y en el caso de que trabajaran por una paga, ganaban una miseria en comparación con el salario masculino medio".
A lo largo de los siglos XVI y XVII, las mujeres perdieron terreno en todas las áreas de la vida social. Como señala Federici, "uno de los derechos más importantes que perdieron las mujeres fue el derecho a realizar actividades económicas por su cuenta, como femmes soles". Un nuevo espacio y modelo de familia se utilizaría para apropiar y ocultar el trabajo de las mujeres. Además, "en los países mediterráneos se expulsó a las mujeres no sólo de muchos trabajos asalariados sino también de las calles, donde una mujer sin compañía corría el riesgo de ser ridiculizada o atacada sexualmente". Por un lado se impusieron nuevos modelos culturales sobre la diferencia de género, incrementando la diferencia entre hombres y mujeres; por otro lado se señalaba que éstas eran inferiores y que debían ser puestas bajo control masculino. La literatura y el teatro de la época celebraba y evocaba el castigo de la desobediencia femenina frente a la autoridad patriarcal (como en La fierecilla domada, de W. Shakespeare).
En la Europa de la Edad de la Razón, a las mujeres acusadas de "regañonas" se les ponían bozales como a los perros y eran paseadas por las calles; las prostitutas eran azotadas o enjauladas y sometidas a simulacros de ahogamientos, mientras se instauraba la pena de muerte para las mujeres condenadas por adulterio.
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En este diseño inglés se refleja la exclusión de la mujer de la práctica médica, mostrando a un ángel apartando a una curandera del lecho de un hombre enfermo. |
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