El último Congreso sobre la Felicidad en el trabajo (Movimientofet) es un buen ejemplo del nuevo espíritu activista del neoliberalismo. La felicidad también fue el eje del reciente Foro Económico Mundial. Se trata de resituar las emociones dentro de la producción y fuera del impulso político, vaciando a las emociones de sus elementos críticos. Las emociones se tornan ejes productivos y no pulsiones críticas. Debes cambiar tu reacción, no la realidad. Como señala A. Santamaría, "esta tendencia nos recuerda a aquello que leemos en La ideología alemana, donde se nos habla de aquel que teniendo miedo de ahogarse imaginó que si se eliminase la idea de gravedad sería imposible ahogarse"(Santamaría, 2018: 60).
Emociones como el miedo al riesgo o a la inseguridad se convierten en poco adaptativas en un mercado de trabajo precarizado, por lo que ese miedo debe convertirse en un reto, un desafío, en la posibilidad de diseñar tu propia empleabilidad (easyworkation.com)
La
creatividad también se incluye en este proyecto de "trabajador/a
satisfecho" (Rose, 1999). Ser creativo es "ser precarizado hasta límites
asombrosos" (Santamaría, 2018: 129). La nueva idea de creatividad
"mezcla la retórica de la autoayuda con referencias estrafalarias a
descubrimientos neuronales".
"Pensamos que queremos niños creativos, pero ¿qué queremos que creen? Si a través de la escuela se indujera a los niños a poner en duda los Diez Mandamientos, la santidad de la religión revelada, las bases del patriotismo, la causa del beneficio, el sistema de dos partidos, la monogamia, las leyes del incesto,,,, habría tanta creatividad que la sociedad no sabría hacia dónde volverse" (R. Laing, Políticas de la experiencia).
Referencias:
A. Santamaría, En los límites de lo posible. Política, cultura y capitalismo afectivo (Akal, 2108),
Thomas Osborne (2003), Against creativity: a philistien rant, Economy and Society.
Libro blanco de los empresarios españoles. La educación importa (2017).
No hay comentarios:
Publicar un comentario