Carlos Fernández Liria, "", La Catarata, Madrid, 2016 (2ª ed.).
Carlos
 Fernández Liria, (Zaragoza, 1959) es un filósofo, escritor, guionista, 
ensayista y profesor de filosofía español.
En la actualidad, es profesor titular de la Facultad de Filosofía de la 
Universidad Complutense de Madrid, en el departamento de Filosofía 
teorética. 
Participó como profesor en los movimientos de oposición al llamado «
proceso de Bolonia», y su libro 
Educación para la Ciudadanía. Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho —fue publicado en plena polémica sobre la implantación de dicha asignatura en España.
 

 
En su libro ¿Para qué servimos los filósofos?, el asunto de fondo es que la Justicia, la Verdad o la Belleza,
 esas extrañas entidades de las que se ocupa la filosofía, no tienen 
ninguna utilidad ni tienen por qué tenerla, pues son cosas que están por
 encima de cualquier cálculo utilitarista. Hay cosas que son útiles para
 vivir y cosas que son útiles para que la tarea de vivir merezca la 
pena. El libro entero se sostiene sobre esta consideración socrática. 
Los seres humanos no pretenden vivir a cualquier precio. Porque hay 
cosas que no tienen precio y, sin las cuales, la vida misma deja de 
tener sentido. La dignidad no tiene precio, ni sirve para nada especial 
en esta vida, pero sin ella deja de tener sentido vivir la vida. La 
tesis de Carlos Fernández Liria es, precisamente, que la filosofía sirve
 para hacer visible ese nivel en el que se puede contemplar u obrar 
sobre este mundo con las miras puestas en la dignidad antes que en 
cualquier género de éxito vital.
La
 filosofía surgió como ese intento de que las cosas se mostraran en su 
objetividad con independencia de nuestro abigarrado entramado de 
intereses sociales, políticos y económicos.  
Entre la primera edición (2012) y la segunda (2016) de este libro, la LOMCE del ministro Wert diagnosticaba la asignatura de Historia de la
 Filosofía como poco rentable socialmente y procedía a reubicarla
 como optativa secundaria
 de segundo de bachillerato. Nunca se había llegado tan lejos en la
 tarea de debilitar
 el protagonismo de la Filosofía en los estudios secundarios. 
Y por
 si fuera poco,
 por esas mismas fechas, el Rectorado de la UCM proponía una
 reestructuración
 de centros en la que la Facultad de Filosofía se suprimía,
 integrándose en una unidad
más amplia de Humanidades y Filología.
Cuestiones:   
- ¿Cómo podemos interpretar ese criterio de evaluación en la enseñanza y la investigación que suele llamarse “transferencia a la sociedad”?
- ¿Debe estar la educación al servicio de la sociedad o de la verdad?