Si nos deshiciéramos de todos los limpiadores, basureros, conductoras de autobuses, cajeros de supermercado y secretarias, por ejemplo, la sociedad se detendría en seco. En cambio, si al despertar una mañana descubriéramos que hubiesen desaparecido todos los muy bien pagados ejecutivos publicitarios, consultores empresariales y directores de capital riesgo, la sociedad seguiría funcionando como antes; en muchos casos, probablemente un poco mejor. Conque, para empezar, los trabajadores necesitan reclamar un sentimiento de orgullo y valor social (el personal de limpieza de hospital, por ejemplo, que cobra el salario mínimo, genera diez veces el valor que se le paga). Hacerlo supondría un gran paso adelante para reivindicar que los sueldos y las condiciones de los trabajos mal pagados deben mejorarse a fin de reflejar la importancia que tienen en la vida de todos nosotros.Pero estas mejoras deben ir más allá de los sueldos y condiciones laborales. Debería evitar la alienación que sienten muchos trabajadores y trabajadoras (el tedio y aburrimiento que a menudo acarrea el trabajo rutinario); debería darles control y poder respecto a la organización y finalidad del trabajo (orientado a satisfacer las verdaderas necesidades de la gente más que el beneficio privado). Recuperar el orgullo de pertenencia a la clase obrera significa la valoración de la experiencia en el trabajo y la idea de de que la acción colectiva puede ayudar a mejorar nuestras vidas. Acabar con la demonización de la clase obrera, como una condición de la que hay que escapar (evitando ciertos trabajos en lugar de dignificarlos) permitiría terminar con la glorificación de los ricos como “creadores de riqueza” y “emprendedores” (basada en la falsa “igualdad de oportunidades” y la supuesta recompensa del talento y el esfuerzo). Es importante reconocer la importancia económica y política de los trabajadores y trabajadoras en la sociedad, en lugar de una colección de individuos o “emprendedores” compitiendo entre sí por sus propios intereses. Y ello es posible fomentando un sentimiento de comunidad, pertenencia y orgullo por el trabajo; evitando enfrentar a los trabajadores entre sí o con la población inmigrante, pues son las políticas sociales las que deberían provocar el rechazo social, y no los que demandan un empleo para vivir dignamente.
Owen Jones, Chavs. La demonización de la clase trabajadora (2011)
Jones nació en Sheffield(Inglaterra) en 1984.
Es hijo de un sindicalista y trabajador de la autoridad local y una profesora. Estudió historia antes de convertirse en periodista y escritor. Ha desempeñado labores de investigación y ejerció como sindicalista. Se define como feminista, humanista y republicano.
“Vivimos en una era de reacción y derrota”, se lamenta este activista
cuyo objetivo esencial es “recuperar una voz para la clase obrera,
aquella que hace tres décadas trabajaba en la mina, las fábricas y los
muelles y que hoy lo hace en supermercados, call centers o
cafés” por sueldos de risa. La mayoría pertenecen a su generación y ya
no son un colectivo organizado como antaño (...). Ahí se manifiesta el hijo de un matrimonio de
sindicalistas, con carné del Partido Laborista desde los 15 años, a pesar de la
“traición” que ha supuesto el viraje de este partido hacia la derecha.
¿No cree que muchos jóvenes consideran a los sindicatos una antigualla
de la era pretecnológica? Responde con otra pregunta: “¿Por qué es
anticuado querer que los trabajadores se unan y se apoyen?” (Fuente: El País)
"Owen Jones se dio a conocer al gran público con la publicación de su primer libro Chavs: la demonización de la clase obrera,
en 2011, donde denunciaba el estereotipo negativo al que ha sido
reducida la clase obrera por parte de la élite política y los medios de
comunicación, aparatos ideológicos que han intentado condenar a la clase
trabajadora a costa del mito del mérito individual. «Chav» es un vocablo inglés que hace referencia a personas de clases
humildes y a menudo jóvenes, muy de moda en cuanto a su utilización
cuando Jones escribió su obra. Según precisa en la introducción del libro, el momento en el que fue consciente de esta situación
fue cuando, en una reunión de amigos, escuchó: «Qué lástima que cierre
Woolworth's. ¿Dónde van a comprar todos los chavs sus regalos
navideños?».
Esta frase, emitida en un ambiente progresista de jóvenes de clase
media, fue considerada por el autor como un ejemplo de hasta qué punto
la demonización de la clase trabajadora había penetrado en gran parte de
la sociedad británica desde tiempos del thatcherismo" (Fuente: wikipedia).
Años después de la publicación de este libro, en una entrevista (El diario.es), Owen Jones comentaba:
Puedes leer en castellano los artículo de este escritor y columnista británico en el periódico digital eldiario.es.La demonización es inevitable en todas partes por las desigualdades. Si lo piensas, la desigualdad es irracional: el poder y la riqueza no deberían estar en manos de tan poca gente. La desigualdad se racionaliza y justifica con la idea de que los miembros de las élites merecen estar donde están porque son más listos y trabajan más, mientras que los que están por debajo merecen estar ahí porque son estúpidos y vagos. Cuanto más desigual es la sociedad, más necesitas demonizarla para justificarlo(...).La destrucción de la idea de que no existe una clase obrera y que todos somos clase media es la clave. Esta idea, fomentada por políticos y periodistas de clase media, pulveriza el debate sobre las desigualdades, porque si no hay clases sociales, no hay nada que debatir. Se combina con la noción de que los que quedan fuera de la dominante clase media son los vagos y maleantes chavs que no quieren trabajar. Si unimos eso al aumento de pobreza y desigualdad y el cambio de discurso en el que se culpabiliza al trabajador, ya tenemos el discurso completo.
El personaje Vicky Pollard, de la serie británica Little Britain refleja, según Jones, esta imagen despectiva de la clase trabajadora en algunos medios de comunicación:
Vicky Pollard. |
En el siguiente vídeo, Jordi Évole entrevista en Salvados al escritor británico Owen Jones, quien explica cómo se ha desprestigiado a la clase obrera desde los medios de comunicación.
Para saber más: "Cómo las series españolas de televisión ridiculizan a la clase obrera").
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