“Los peces salieron a combatir contra los hombres”.
Extracto del texto teatral de Angélica Liddell.
Para el texto completo pincha aquí.
En esta obra Angélica Liddell hace una crítica social denunciando la situación de los inmigrantes africanos que intentan llegar a España en pateras y cayucos, muriendo en muchas ocasiones, frente a la indiferencia de los responsables y de muchos ciudadanos.
ANGÉLICA.- ¿Cómo empiezo? Empiezo con ballena
blanca. Moby Dick. Cae del techo. Revienta contra el suelo. Y del estómago de
la ballena blanca salen corriendo cien negros, cien negros pobres, con cabezas
de pescado, y cantan Somewhere over the
rainbow. El trasatlántico de lujo atraviesa el escenario arrastrando
racimos de negros, racimos de negros pobres. Como si el barco tuviera una
cabellera humana.
Como si el barco tuviera una
cabellera hambrienta. La fachada del Teatro de la Ópera aplasta a un negro que
dialoga con un trozo de pan. Una montaña de pan podrido sobre el escenario.
ANGÉLICA.-
1-11-1988: 10 muertos. Faltan nueve, nueve desaparecidos. Lo que pudre a la
sociedad es que nadie se avergüenza de sí mismo. Nadie se siente culpable. Mis
labios están tan rígidos como mis dientes.
10-3-1989:
10 muertos. El poder me asusta, pero es la sociedad lo que me repugna. La
sociedad vomita a los pobres. Me amontono debajo de la mesa para protegerme.
15-5-1989: 20
muertos. La apoteosis de la burguesía consiste en no reconocer la melancolía en
el resto de los hombres. ¿Cuál es la melancolía del ahogado? Desciendo al culo
de un tiburón para saberlo.
12-6-1997:
25 muertos. Faltan quince, quince desaparecidos. Algún día la tierra no
soportará los excesos de los hombres. Y los animales volverán a gobernar. Y el
arte desaparecerá junto a la pobreza y a la riqueza, puesto que los animales
son bellos y buenos por sí mismos.
15- 9- 1997:
14 muertos. Faltan diez, diez desaparecidos, desaparecidos, desaparecidos. El peligro
reside en pensar que la pobreza es algo que pertenece a la naturaleza del
náufrago. Pero la pobreza no pertenece a naturaleza alguna. La pobreza no es
natural. Y los turistas se mean en la orilla.
5-7-1998: 38
muertos. Preferirían atravesar el parque. Preferirían sentir el césped bajo sus
pies. Preferirían ser verdes. Preferirían no tocar el mar o reventarlo a
patadas si se convirtieran en Cristos. Alguien dice, no sufren como nosotros,
aguantan más. Los surfistas reducen al hombre a lo que es capaz de aguantar, lo
reducen a la bestia. Séptimo gran naufragio de patera. 13 muertos. Faltan 27,
27 desaparecidos. Octavo gran naufragio de patera. 12 muertos. Noveno gran
naufragio de patera. Faltan 15, 15 desaparecidos. Y si aparecieran. Décimo gran
naufragio de patera 14 muertos. Faltan 46, 46 desaparecidos. Y si algún día
aparecieran. Y si algún día aparecieran convertidos en peces para combatir
contra los hombres.
(…)¿Se
da cuenta, señor Puta, de que este pescado tiene ojos de hombre? Se han ahogado
tantos negros que los peces empiezan a tener ojos de hombre. Se han comido a
tantos negros que los peces empiezan a tener ojos de hombre. Habría que darle
escopeta a los pescadores. Porque a un pez con ojos de hombre hay que matarle
como a un hombre, ¿verdad señor Puta? Porque los negros también son hombres,
¿verdad señor Puta? (…)
No encuentro
cifras de ahogados. No encuentro cifras totales de ahogados al año. ¿Cuántos
hombres mueren ahogados intentando alcanzar la costa de España? ¿Cuántos
hombres desaparecen? Nunca me he preocupado por las cifras. Pero en este caso
la considero necesaria. La cifra necesaria para estremecerse. La cifra
necesaria para convertirles en hombres de una vez por todas. Algún día
conoceremos la cifra. Y no nos lo creeremos. Y esa sensación será odiosa. Y
entonces diremos: no sabíamos que eran tantos. Diremos: no sabíamos lo que
estaba pasando. Leo sobre la foto de tres inmigrantes ahogados, rígidos, con
los puños cerrados sobre el pecho. Leo: los problemas de los inmigrantes. Encima
de esa foto terrible alguien se ha atrevido a escribir: los problemas de los
inmigrantes.
Ahogarse es
solamente un problema. África parece ser solo un problema. África no parece
estar compuesta de seres humanos sino de problemas. Los problemas de los inmigrantes.
Ahogados, rígidos, con los puños cerrados sobre el pecho. Los pobres no tienen
alma. Problemas. Son los problemas de los inmigrantes. No nuestros problemas
(…)
LA PUTA.-
¡Señor Puta, señor Puta, escuche,
escuche lo que dicen, señor Puta! Los tres primeros cadáveres, dos hombres y
una mujer, fueron divisados cuando flotaban a tan solo 200 metros de la orilla.
Poco después fueron hallados otros ocho cadáveres sumergidos a tan sólo 15
metros de la orilla. Escuche, escuche lo que dicen, señor Puta. A pesar de la
proximidad de la costa, la gran cantidad de ropa que portaban los pasajeros
para combatir el frío, debió dificultar su permanencia a flote, señor Puta. Y
un día cualquiera, Señor Puta, un día cualquiera, sin gran naufragio de patera,
un día cualquiera, hallado el cadáver de un hombre que intentaba entrar a nado,
de rasgos magrebíes, de unos 25 años, indocumentado, al menos llevaba tres días
en el agua. Escuche, escuche lo que dicen, señor Puta. Indicaron que el cadáver
no presentaba signos exteriores de violencia.
Todo empezó a las 7:30
del jueves. Hacía dos horas que la lancha había partido de un lugar
indeterminado de la costa de Marruecos. La claridad imprecisa del amanecer, las
cercanas luces de la costa, y la masa negra de los acantilados, daban la
impresión equivocada de que la tierra estaba a un paso. Los inmigrantes
suplicaron a los patrones que les acercaran a la orilla porque no sabían nadar.
Pero estos se negaron y amenazaron con acuchillarles si no saltaban por la
borda. Finalmente los irregulares se arrojaron al mar. Al menos trece de ellos
se fueron directamente al fondo. Las corrientes batieron sus cuerpos contra las
escolleras de la zona, afiladas como cuchillos. Cuatro de las víctimas eran
mujeres. Sus vientres hinchados de agua hicieron creer erróneamente que estaban
embarazadas. Otras siete mujeres consiguieron alcanzar la playa. También logró
salvarse un hombre al que rescataron del agua al borde de la asfixia. En total
ocho personas han conseguido sobrevivir a la tragedia. Varios de ellos tenían
fracturas en las caderas y en las piernas. Otros sufrían quemaduras por el
ácido que forma la mezcla de gasolina con el agua del mar. La mayoría
presentaban hipotermia severa. Trece cadáveres, señor Puta. Ocho
supervivientes, señor Puta. ¡Faltan dos!
Faltan dos, faltan dos,
faltan dos... Faltan dos para sumar las 23 personas que viajaban en la patera.
Escuche, escuche lo que dicen, señor Puta. No hay muchas esperanzas de
encontrarlos pronto. Todo hace suponer, como en otras ocasiones, que sus
cuerpos aparecerán dentro de varios días, mutilados por los peces, en algún
paraje apreciado por los turistas.
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