En el sistema de conocimiento campesino, continúa Badal, "las relaciones causales directas eran una excepción". El enunciado lógico, tan familiar para nosotros, "si ocurre esto, entonces ocurre aquello", en la racionalidad campesina se traducía en dos tipos de afirmación: "si ocurre esto, en principio ocurre aquello" y "si ocurre esto, se dice que entonces ocurre aquello". La realidad que rodea al campesinado, que él tan bien conoce, "no es unívoca, ni se expresa siempre en los mismos términos. Jamás podrá abarcarla por completo". Convivir de forma tan natural con la incertidumbre, señala Badal, llevaba inevitablemente a la humildad:
"Los campesinos dominaban a la perfección un sinnúmero de técnicas y oficios. Conocían su territorio al detalle. Habían acumulado siglos de experiencia en un mismo lugar. Pero, a pesar de todo, nunca se atrevían a pronosticar qué sucedería la próxima vez".
Su visión del mundo tenía como unidad básica la comunidad, la comarca, no la idea de nación que impondría el Estado moderno (frente a las comunidades aldeanas). El conocimiento campesino es, además, un conocimiento corporizado. Las unidades de medida que utilizaba (la pulgada, el pie, la brazada, el manojo) tenían como referencia el cuerpo humano.
En la actualidad, denuncia Badal, el monocultivo y la artificialización del trabajo campesino, la agricultura industrial, la especialización productiva, ha roto el vínculo de la agricultura con su entorno, a la vez que ha desvalorizado al conocimiento campesino: "Nuestros viejos han dejado de ser sabios y deben ponerse a estudiar informática o recibir clases de baile".
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