Ilustración: Sr. García.
"Parece evidente que el establecimiento de nuevas restricciones y límites
insalvables en nombre de ciertas ideas morales no sólo supone el fin de
la autonomía del arte, sino también el regreso a nosotros, esta vez en
nombre de una pluralidad contra la que en realidad se atenta, del tipo
de imperativo moral que asfixiaba a Baudelaire, que adopta en nuestros
días la voz de quienes acusan a ciertos artistas de “apropiación
cultural”, exigen cuotas, creen o fingen creer que unos pigmentos violan
a otros pigmentos en los museos de arte, participan de linchamientos
digitales en cuyo marco las opiniones y actitudes de los artistas
determinan el supuesto valor de su obra, imponen la necesidad de que
determinados “lectores de sensibilidad” ejerzan una censura previa y
consentida sobre los textos; reclaman, por último, que el artista hable desde
su identidad (personal, nacional, de género, la que sea), como si la
producción escrita sólo pudiera ser tolerada en cuanto testimonio".
Patricia Pron, "El trauma por la transgresión", El País, 25 abril 2021.
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