El siguente vídeo es el polémico Experimento de la prisión,
del profesor Zimbardo, en la Universidad de Standford. En esta investigación, se separaban a los sujetos en posiciones marcadas y codificadas: prisioneros y carceleros. Este experimento, planificado para una quincena, tuvo que ser cancelado al cabo de una semana por miedo a que se produjeran daños a los prisioneros. La norma era la impersonalidad más estricta: se prohibía utilizar los nombres de los dos bandos, se marcaba con distintivos a ambos grupos y se incluían pequeñas reglas humillantes para los prisioneros.
A diferencia del experimento de Milgram, en el que estaba presente la autoridad, en el caso de Zimbardo no había ninguna autoridad externa que asumiera la responsabilidad, sino que debían asumirla los propios sujetos. Como señala Bauman en su libro "Modernidad y Holocausto" (1998), la violencia causada no se debía a la perversidad de los participantes, sino a la disposición social viciosa en la que se les puso: "Lo que importaba era que a algunas personas se les había concedido un poder total, exclusivo y sin freno sobre otras".
Sobre este experimento quisiera plantearte algunas cuestiones: ¿Qué piensas de la conclusión con la que termina este vídeo? ¿Crees cierto que, en determinados contextos, muchos podemos convertirnos en "sádicos guardianes" o "atemorizados prisioneros"? ¿Crees que aparecerían núcleos de resistencia?
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