Jesús Mosterín, en su libro ¡Vivan los animales! (Debolsillo, 2003), señalaba que "la consideración moral de los animales no humanos ha sido sobre todo negada en la tradición judeo-cristiana-islámica (desde una visión antropocéntrica en la que los animales quedan degradados al papel de meros instrumentos), así como en sus epígonos presuntamente secularizados de la tradición kantiana y contractualista (que toma el contrato social idealizado entre humanes como única base de la moral)".
En el cristianismo, uno de sus principales teólogos, Tomás de Aquino (siglo XIII), afirmaba:
"(...)Dios ha dispuesto que las criaturas racionales estén ordenadas al servicio de las racionales... Con estas razones se refuta el error de quienes afirman que el humán peca si mata a los animales brutos. Pues, dentro del orden natural, la providencia divina los ha puesto al servicio del humán. Luego el humán se sirve justamente de los mismos, matándolos o empleándolos de cualquier otro modo". (Summa contra gentiles, libro III).
El pensamiento moral occidental sobre los demás animales ha sido, según Mosterín, "mucho más superficial e inconsistente que el oriental". Hace más de veinticinco siglos que se formularon en la India dos corrientes de pensamiento en las que la virtud de la no-violencia o a-himsa juega un papel central: el jainismo y el budismo. Mahavira, fundador del jainismo, definía el mal como el dolor infligido a la criatura viviente. Por eso la regla básica de su moral es el evitar cuanto haga sufrir a las criaturas. También el a-himsa era el primer precepto que Buda legó a sus discípulos.
Incluso en las sociedades de cazadores-recolectores "con frecuencia han sentido mala conciencia y remordimientos por la muerte que infligían a los animales salvajes que cazaban, a los que trataban de aplacar rindiéndoles culto e identificándose con ellos".
Una excepción en el pensamiento occidental fue el filósofo Jeremy Bentham quien en su libro "Los principios de la moral y la legislación" (1789) sostenía:
"¿Hay alguna razón para que se permita que atormentemos a los animales? Yo no veo ninguna...Quizá llegue el día en que se reconozca que el número de patas, la pilosidad de la piel o la terminación del hueso sacro son razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensitivo al mismo destino".
Pero fue quizás el filósofo Peter Singer, sobre todo a partir de la publicación de su libro Liberación animal (1971) quien impulsó la discusión actual sobre la consideración moral de los demás animales. Según Mosterín, lo que es objetable en el especismo "no es que dé más importancia a la propia especie que a las otras, sino que no dé ninguna importancia a las demás".
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