Tomás de Aquino planteaba esta pregunta desde las primeras páginas de su Summa Theologica, respondiendo afirmativamente. Tomás "colocaba a la teología en la cima de los conocimientos y fundaba todo su desarrollo en esta posición". Como señala Paul Benoit (M. Serres, Historia de las ciencias, Cátedra, 1988), "¿a través de qué criterios epistemológicos, pero también políticos, institucionales, una ciencia puede ser considerada como tal? La historia de la teología medieval ofrece a quien quiera estudiarla un caso ejemplar de una disciplina que impuso su condición científica y luego prácticamente la abandonó". La ciencia por excelencia era la de las cosas divinas, que exaltaba la grandeza de Dios y preparaba el combate contra las fuerzas del mal. La voluntad política del papado hizo de la teología una ciencia, con la mediación de la Universidad medieval. Es así, comenta Benoit como "la idea que una sociedad se forma de una ciencia depende en gran medida de su reconocimiento institucional".
La teología accedía al rango de ciencia por su lenguaje y por sus métodos. El latín escolástico es el lenguaje científico del siglo XIII. El estudio de los textos es, para los escolásticos, fundamento del saber, de la ciencia. Se aplicaban los mismos métodos tanto a las Escrituras como a las obras profanas. En el siglo XII, el Occidente cristiano recibió la herencia de la ciencia antigua y árabe, que llegó en una gran parte en forma de comentarios.
Pero faltaba por aclarar la situación paradójica de una disciplina científica cuyos principios son revelados:
"Respondo que hay que decir que la teología es una ciencia. Pero debe saberse que hay dos clases de ciencias. Unas proceden de principios conocidos por la luz natural del intelecto, como la aritmética , la geometría, etc. Otras proceden de principios que se conocen a la luz de una ciencia superior, así como la óptica proviene de principios conocidos por la geometría y la música conocida de principios conocidos por la aritmética. De esta manera la teología es una ciencia, ya que procede principios conocidos por la ciencia superior, a saber, la ciencia que Dios y los bienaventurados poseen. Así, de la misma forma que la música da fe a los principios que la aritmética le transmite, la teología da fe a los principios que le son revelados por Dios" (Tomás de Aquino, Summa Theologica).
El triunfo de Tomás de Aquino.
Pero ya en el siglo XIII la ciencia ya no se contenta con el comentario o el resumen de las obras del legado del pasado. La tentativa de Tomás de Aquino, que desea constituir la teología como ciencia, se saldó con un fracaso. La ciencia medieval, que reposaba sobre el concepto muy libresco, escolástico del saber, se encontró cuestionada por el surgimiento de una ciencia nueva. Como disciplina aparte, la teología, que extrae sus elementos de base de la fe, no participa en una ciencia fundada sobre la observación y la razón.
Por un lado -como señala Benoit- hacer de la ciencia una ciencia era asegurarse medios de acción eficaz de conversión. "Pero esta definición chocaba con dos obstáculos. El primero se debe a una definición demasiado aristotélica, peligrosa en consecuencia, lo que explica que las autoridades se vuelvan contra ella. El segundo surge cuando, frente a la ciencia definida por el teólogo dominico, aparecen las premisas de otra ciencia, basada en la observación y la experiencia, que resalta los fallos epistemológicos del razonamiento tomista".
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