8 ene 2017

El origen del Universo, I


Existen distintas explicaciones -científicas, filosóficas y religiosas- sobre el origen del Universo. Recientemente, el último libro del famoso científico Stephen Hawking, titulado El gran designio, ha levantado cierta polémica por afirmar que no hace falta la idea de un Dios creador para explicar el origen del Universo. Como respuesta a esta polémica, el filósofo Fernando Savater escribió un artículo titulado La vacante de Dios, en el que ironiza sobre el escándalo de ciertas personas ante lo que resulta una obviedad: que la ciencia no necesita ni puede recurrir a la existencia de un ser sobrenatural para dar cuenta de la realidad.

Os invito a leer el artículo de arriba y responder a las siguientes cuestiones que se plantean en él:
- ¿Podrías señalar cuáles son los criterios de la ciencia, opuestos a ese "fácil recurso" a lo sobrenatural?
- ¿Cuáles son también los límites de la ciencia? ¿Qué no puede ésta explicar?
- ¿Qué opina Savater de los científicos metidos a teólogos (suponemos que pensando en Hawking)?
- ¿Qué opinas tú del artículo?

El filósofo alemán F. Nietzsche escribía en su libro "Aurora" la siguiente reflexión sobre el origen de las religiones:
¿Cómo es posible que alguien considere como una revelación lo que no es más que su propia opinión sobre las cosas? Pues éste es el problema del origen de las religiones: que siempre ha habido un individuo en el que podía darse este fenómeno. La primera condición es que creyera previamente en las revelaciones. Un buen día, le asalta de pronto una nueva idea, su idea, y lo que tiene de embriagador toda gran hipótesis personal que afecte a la existencia y al mundo entero, penetra con tanta fuerza en su conciencia, que no se atreve a pensar que él es el creador de semejante beatitud, y atribuye la causa y el origen de su pensamiento a su Dios, a una revelación de ese Dios. ¿Cómo va a ser un hombre el causante de una felicidad tan enorme? Se pregunta con una duda pesimista. Pero hay, además, otros impulsos que actúan en  secreto: por ejemplo, se refuerza ante sí una opinión sintiéndola como revelación, borra su carácter hipotético, la sustrae a la crítica, a la duda incluso, la hace sagrada. [...]

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