22 jun 2022

Barbara Ehrenreich: Causas naturales. Cómo nos matamos por vivir más.


La socióloga norteamericana Barbara Ehrenreich examina en su libro Causas naturales (Turner, 2018) "la manera en que pensamos, no solo sobre nuestras vidas, sino también sobre la muerte y sobre cómo morimos". En su primera parte describe la búsqueda de control sobre nuestros procesos vitales, sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, desde ámbitos como la medicina, el ejercicio físico, la meditación o la alimentación. Como señala al final de su Introducción:

"Podemos pensar en la muerte con amargura o con resignación, como una trágica interrupción de nuestra vida, y tomar todas las medidas posible para aplazarla. O, siendo más realistas, podemos pensar en la vida como una interrupción de una eternidad de no existencia personal, y aprovecharla como una breve oportunidad para observar e interactuar con el mundo vivo y siempre sorprendente que nos rodea".

En relación con la salud y el bienestar físico y mental, la medicina no parece ser neutral en su impacto social. En ocasiones, como ya denunció Ivan Illich en su libro de 1975 Némesis Médica, "la medicina tiene autoridad para etiquetar la queja de un hombre como enfermedad legítima, para declarar enfermo a un segundo hombre incluso si no se queja y para negar a aun tercero el reconocimiento social de su dolor, de su discapacidad". La cultura fitness, la obsesión actual por "estar en forma", lleva más allá la separación mente y cuerpo de la filosofía occidental, hacia "una relación de adversarios en la que la mente se esfuerza por controlar un cuerpo perezoso y recalcitrante". Se reproduce así la tendencia neoliberal de cargar en la responsabilidad personal, en nuestra capacidad de cuidar nuestro capital corporal (Moreno Pestaña, 2016), el cuidado de nuestra salud, dejando fuera a factores ambientales y socioeconómicos. El cuerpo se convierte en nuestra "marca" personal, nuestra imagen física en un valor comercial que puede venderse en el mercado. También el control de la mente ha desarrollado en nuestros días "movimientos" como el mindfulness, que ya vimos en otra entrada de este blog.

Ehrenreich propone considerar el cuerpo como "un campo de batalla en el que células y tejidos se enfrentan a una lucha a muerte", en lugar de un todo armonioso. Necesitamos, señala, "un paradigma que incluya no solo la maravillosa armonía entre organismos vivos, también los conflictos que surgen de tanto en tanto". A pesar de ser la nuestra una cultura que intenta ocultar la muerte (como vimos en la entrada de La soledad de los moribundos), la cultura de entretenimiento refleja ese miedo amenazante que nos hace apartarla poblando las pantallas de imágenes de "no muertos", "muertos andantes" y otras criaturas fronterizas con la muerte (a las que poder destruir imaginariamente). 

La invención del yo en la Europa moderna, el nacimiento de la conciencia de uno mismo, hizo más difícil imaginar lógica y emocionalmente un mundo sin él. La observación y el cuidado de nuestro yo consciente individual lo hizo también más frágil, asociándose a enfermedades modernas como la "melancolía" o la "neurastenia" (o en nuestros días la "depresión"). El yoísmo actual vuelve a veces al yo contra sí mismo, llevando a una introspección incontrolable que ensombrece la realidad. Las psicoterapias actuales nos invitan a buscar en nuestros interior una verdad que sólo parece traducirse en "una fe aumentada e intensificada en creencias tan individualistas como "ser fiel a uno mismo", "quererse a uno mismo" y "cuidarse a uno mismo".

Parece, advierte Ehrenreich, que hayamos perdido de vista la idea de que "el mundo natural no está muerto, sino que rebosa actividad, en ocasiones incluso agencia e intencionalidad". El corazón mismo de la materia está animado por "el parpadeo espectral de fluctuaciones cuánticas": "En un vacío perfecto, parejas de partículas y antipartículas pueden aparecer de la nada sin violar ninguna ley de la física". En este universo animado, rebosante de vida, "la muerte no es un aterrador salto al abismo, sino algo más parecido a un abrazo a la vida que continúa". En este sentido, Ehrenreich recoge el último poema de Bertolt Brecht, escrito en su lecho de muerte:

Cuando en la blanca habitación del hospital de la Charité

desperté hacia el amanecer

y oí el mirlo, lo tuve 

aún más claro. 

Ya hace mucho tiempo 

que no temía a la muerte, pues nada

puede faltarme si yo

mismo falto. Ahora

también he logrado alegrarme con todos

los mirlos que cantarán cuando yo no esté.

 Otra posible salida al dilema de la muerte individual sería "hacer frente al yo monstruoso que obstaculiza nuestra visión, nos separa de otros seres y convierte la muerte en un horizonte atroz". Si nos fijamos con atención en nuestros pensamientos, señala Ehrenreich, "veremos que están por completo colonizados por los pensamientos de otros, mediante el lenguaje, la cultura y las expectativas mutuas". Y esta idea me ha recordado otro poema, en este caso el poema Resurrección, del poeta checo Vladimír Holan:

¿Que después de esta vida tengamos que despertarnos un día aquí

al estruendo terrible de trompetas y clarines?

Perdona, Dios, pero me consuelo

pensando que el principio de nuestra resurrección, la de todos los difuntos,

lo anunciará el simple canto de un gallo...

Entonces nos quedaremos aún tendidos un momento...

La primera en levantarse 

será mamá... La oiremos

encender silenciosamente el fuego,

poner silenciosamente el agua sobre el fogón

y coger con sigilo del armario el molinillo de café.

Estaremos de nuevo en casa.

También es emocionante recordar la despedida en 2015 del neurólogo y ensayista norteamericano Oliver Sacks: "De mi propia vida".

19 jun 2022

Sociologías de la cárcel

El sociólogo Fdo. Álvarez Uría exponía, en un artículo en la revista Archipiélago (nº 3, 1989), un recorrido por las "sociologías de la cárcel". Algo que luego ampliaba en el libro Sociología de las instituciones (Morata, 2009), escrito con Julia Varela. Comenzaba con las propuestas de Beaumont y Tocqueville (1831), partidarios de desterrar los castigos físicos y reintegrar al preso, convertirlo en "un ser útil para la sociedad". La cárcel se presenta así como instrumento de defensa social y disuasión del delito. Más tarde, desde la perspectiva marxista o anarquista, la cárcel es analizada como uno de los instrumentos represivos del Estado, cuya función es perpetuar la posición de subordinación de las clases dominadas. 

El sociólogo E. Goffman, en su conocida obra Internados (1961) señalaba que las cárceles, lejos de ser instituciones de resocialización, son en realidad microsociedades cerradas y organizadas en torno a una autoridad omnímoda. Describía así unas sociedades democráticas plagadas de archipiélagos de instituciones totales.

En 1975, Michel Foucault publica Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, donde mostraba a la cárcel y el manicomio como baluartes de defensa social nacidos en el predominio del Estado liberal, que, frente a los castigos físicos, promueve la vigilancia y el ordenamiento de las conductas. El Estado liberal busca gestionar los ilegalismos, muestra que el fracaso de la prisión (en su función de inserción social) permite la instrumentalización política de la delincuencia.

Por último, menciona el movimiento de abolición de la prisión,  un movimiento que busca reducir o eliminar las cárceles y el sistema penitenciario, y reemplazarlos con sistemas más humanos y eficaces.  Las estadísticas demuestran que las tasas de encarcelamiento afectan principalmente a los pobres y las minorías étnicas. Sumado a ello, generalmente no se rehabilita a los delincuentes si no que, en muchos casos, estos terminan en peores condiciones de las que tenían al momento de ingreso.  En este contexto se desarrolla también en ocasiones la denominada Criminología crítica.

 A lo anterior, habría que añadir el trabajo de Louis Wacquant (Las cárceles de la miseria, 2010). Según Wacquant, "el gueto y la prisión son, para todo propósito práctico, indistinguibles, reforzándose mutuamente para asegurar la exclusión de afroamericanos del resto de la sociedad, con auspicio gubernamental. Tal como Wacquant lo caracteriza: la prisión tendría que ser vista como un gueto judicial y el gueto como una prisión extrajudicial. Tomados en conjunto, ambos constituyen parte de un 'continuo carcelario'". Según Wacquant, las políticas neoliberales  de mercantilización del trabajo y desmantelamiento del Estado social están vinculadas con el refuerzo del Estado penal.

Para saber más:

 Iñaki Rivera Beiras, "Sociología de la cárcel". IUS ET VERITAS: Revista de la Asociación IUS ET VERITAS, Nº. 16, 1998, págs. 254-266

Cárceles de Piranesi. Piranesi, arquitecto de formación, aplicó sus conocimientos en distintos campos, representando sus obras a través del grabado. De este modo recreó edificios y objetos inspirados en la Antigüedad clásica, pero también prisiones, un tema que estaba de moda en las escenografías del s. XVIII.

Exposición El arte de Piranesi: arquitecto, grabador, anticuario, vedutista, diseñador (2010)


 

17 jun 2022

Materiales para conocer la memoria histórica y democrática de Andalucía.

Vivir y Sentir la Memoria es un lugar creado por la Junta de Andalucía para el encuentro y para compartir recursos y vivencias educativas en torno a la memoria histórica y democrática de Andalucía, a nuestro pasado más reciente (desde la Segunda República hasta la Transición).
"En esta comunidad encontrarás recursos y estrategias para que nuestro alumnado, desde una óptica todo lo científica, rigurosa y objetiva que nos permiten las Ciencias Sociales, adquiera un visión certera y real de la memoria histórica y democrática de Andalucía". 

Entre sus Recursos educativos recoge Unidades didácticas integradas, Fichas de actividades, Páginas webs o Documentales.

16 jun 2022

El mito del talento

 Según Suzman (Trabajo, 2021), en 1998 se introdujo la palabra "talento" en el léxico siempre creciente del lenguaje corporativo. "La guerra por el talento" dentro de las empresas fomentó el mito de la meritocracia de los altos cargos, la idea de una correspondencia clara, incluso meritocrática, entre la riqueza y el trabajo. Con ello, quizás se pretendía justificar el "Gran Desacoplamiento" de la década de 1980, cuando a pesar del aumento de la productividad, el crecimiento de los salarios se estancó, excepto para los que tenían los salarios más altos. Esta sobrevaloración de los cargos ejecutivos, señala Suzman, "suele crear una cultura corrosiva", pues las empresas tienen éxito cuando son colaborativas.

En un interesante artículo de Malcolm Gladwell en la revista New Yorker ("The talent myth", july, 2020), se describe esta "Guerra por el Talento" iniciada por la firma McKinsey & Company en 1997. Estos consultores defendían la importancia de seleccionar, contratar y recompensar generosamente a los más inteligentes (aunque no siempre a los que obtenían mejores resultados). Las mejores compañías tenían "líderes" obsesionados con el talento. La mentalidad talentosa se convirtió así en la justificación intelectual de las altas retribuciones de los altos ejecutivos. La empresa es considerada tan fuerte como lo fueran sus "estrellas" ejecutivas.

Este "mito" entró en crisis con el escándalo Enron (2001). Eron era una de las cinco sociedades de auditoría y contabilidad más grandes del mundo. En su época, fue la reorganización por bancarrota más grande en la historia económica de los Estados Unidos. Enron evaluaba a sus ejecutivos según su supuesto potencial, por su capacidad de asumir riesgos, más que por los resultados de sus cuentas. En Enron las necesidades de los accionistas y clientes eran secundarios respecto a las necesidades de sus ejecutivos "estrellas". "Ellos buscaban gente que tenía el talento de pensar con originalidad. Nunca se les ocurrió que, si todos tenían que pensar con originalidad (think about the box), quizás era la caja la que necesitaba fijación".

En el terreno educativo, también se ha introducido esta "guerra por el talento", ya sea en el ámbito de las competencias o en el de las altas capacidades. Algunos experimentos (Dweck, 1997), parecen demostrar que los estudiantes que mantienen una concepción fija de su inteligencia se preocupan tanto por parecer inteligentes que actúan como tontos". En otro experimento, los alumnos elogiados por su inteligencia eran reacios a abordar tareas difíciles, y al autodefinirse por esa descripción, cuando su autoimagen es amenazada tienen dificultades con las consecuencias.

Recientemente un artículo del diario ABC (2 julio 2022) comenzaba con la siguiente pregunta:

"Hoy en día escuchamos frecuentemente frases en las que el talento es ese ingrediente de moda que adereza nuestras salsas. Retener talento, atraer talento, descubrir talento, pero realmente sabemos qué es el talento y, sobre todo, ¿cómo se puede trabajar desde las etapas más tiernas de la educación?"

Y añadía la siguiente afirmación: "Desde las etapas iniciales del aprendizaje debemos poder hacer que el alumno vaya conociendo su potencialidad, de forma que trabajemos su puntos fuertes y fomentemos el desarrollo en torno a ellos de sus áreas de mejora". Unas potencialidades "de origen", unos "puntos fuertes" naturales que no parecen tener ningún condicionante socio-económico o familiar, sino que parecen innatos.

También algunos profesores denuncian en la nueva ley educativa "el error del modelo vigente, un paradigma pedagógico que desdeña el talento"; un talento que relaciona con "la apuesta por la excelencia". En el Preámbulo de la LOMCE, la anterior ley educativa, no obstante, recogía en su inicio, con insistencia, la importancia de educar en la diversidad de "talentos" del alumnado, como habilidades y "expectativas" naturales, no condicionadas social o familiarmente; talentos que bien encauzados deben orientarse hacia su futura empleabilidad:

 "Todos los alumnos y alumnas tienen un sueño, todas las personas jóvenes tienen talento. Nuestras personas y sus talentos son lo más valioso que tenemos como país (...) Todos los estudiantes poseen talento, pero la naturaleza de este talento difiere entre ellos. En consecuencia, el sistema educativo debe contar con los mecanismos necesarios para reconocerlo y potenciarlo. El reconocimiento de esta diversidad entre alumno o alumna en sus habilidades y expectativas es el primer paso hacia el desarrollo de una estructura educativa que contemple diferentes trayectorias. La lógica de esta reforma se basa en la evolución hacia un sistema capaz de encauzar a los estudiantes hacia las trayectorias más adecuadas a sus capacidades, de forma que puedan hacer realidad sus aspiraciones y se conviertan en rutas que faciliten la empleabilidad y estimulen el espíritu emprendedor a través de la posibilidad, para el alumnado y sus padres, madres o tutores legales, de elegir las mejores opciones de desarrollo personal y profesional".

12 jun 2022

La soledad de los moribundos.

La Pietà de Yemen. Samuel Aranda. World Press Photo, 2011.

    El sociólogo Norbert Elias escribió en 1982 un pequeño ensayo titulado "La soledad de los moribundos" (FCE, 1987), en el que denunciaba el aislamiento y la soledad de los moribundos y seniles en nuestras sociedades occidentales modernas: "Al igual que otros aspectos animales, también la muerte, en cuanto proceso y en cuanto pensamiento, se va escondiendo cada vez más, con el empuje civilizador, detrás de las bambalinas de la vida social". En otras épocas (y en otras culturas) se hablaba con más frecuencia y más abiertamente de la muerte y del morir, era un asunto mucho más público que en la actualidad. "Nunca antes, en toda la historia de la humanidad, se hizo desaparecer a los moribundos de modo tan higiénico de la vista de los vivientes(...); jamás anteriormente se transportaron los cadáveres humanos, sin olores y con tal perfección técnica, desde la habitación mortuoria hasta la tumba". Existe en nuestros días, señala Elias, "un peculiar sentimiento de embarazo por parte de los vivos en presencia de un moribundo. Con frecuencia no saben qué decir. El vocabulario a utilizar en tal situación es relativamente pobre". Existe un laconismo, "una falta de espontaneidad en la expresión de la compasión". Los ritos y fórmulas convencionales anteriores se antojan ahora vacíos y triviales. Esto hace más difícil "el tratamiento de la muerte como problema humano social, que los hombres tienen que resolver unos con otros y unos para otros". Y no hemos sido capaces de dotarnos de unos nuevos rituales secularizados.

    La búsqueda del "sentido" de la existencia debe entender a éste como una categoría social: "Resulta bastante fútil el intento de descubrir en la vida de una persona un sentido que sea independiente de lo que esa vida significa para otros". "La idea de tener que morir solos -sostiene Elias- es característica de una etapa relativamente muy tardía del proceso de individualización y del desarrollo de la autoconciencia". También a veces se institucionaliza este distanciamiento en el tratamiento hospitalario, para no perturbar el tratamiento del enfermo y la rutina del personal sanitario. En las unidades de cuidados intensivos de los modernos hospitales, los enfermos pueden morir en el más completo aislamiento.

    "La Pietà de Miguel Ángel, la madre doliente con el cadáver de su hijo, sigue siendo inteligible como obra de arte, pero resulta difícilmente imaginable como acontecimiento real". Los vivos parecen distanciarse de los muertos, mediante el silencio y la solemnidad, como apartándose de una amenaza imaginaria. 

    "La muerte no tiene nada terrible. Se cae en sueños y el mundo desaparece, cuando todo va bien. Lo terrible pueden ser los dolores de los moribundos y la pérdida que sufren los vivientes al morir una persona a la que quieren o por la que sienten amistad. Y terribles suelen ser también  las fantasías colectivas e individuales que rodean el hecho de la muerte. Quitarles el veneno, poner frente a ellas la sencilla realidad de la vida finita, es una tarea que aún tenemos por resolver". Lo único que sobrevive a la muerte, afirma Elias, "es lo que ha conseguido dar de sí a los demás, lo que de él se guarda en la memoria de los vivos".

Para saber más:

Fdo. Álvarez Uría y Julia Varela, Sociología de las instituciones, Morata, 2009, pp. 99-118.

La filosofía: "jugar en serio"

 Platón considera la actividad filosófica como "jugar en serio": tomar en serio cuestiones que generalmente ignoramos (o que consi...