31 may 2022

Las cerrilleras del East End

 

En julio de 1888, en la fábrica de cerillas Bryant & May, en Bow, al este de Londres, las 1.400 obreras de la empresa, conocidas como 'the matchwomen' (las cerilleras), se declararon en huelga. La dirección de la fábrica despidió a una joven empleada para dar una lección a las huelguistas. Las obreras (muchas de ellas inmigrantes irlandesas eligieron a seis delegadas para pedir la restitución de la despedida, el fin a los castigos y las multas cabildadas y un espacio sin humos tóxicos para comer en la nave de producción (algunas de ellas sufrían "mandíbula de fósforo", nombre común de una necrosis de mandíbula producida por el exceso de fósforo). La sociedad victoriana se escandalizó. 

 Ante la amenaza de la huelga, a las agitadas cerilleras les retiraron varios días de salario mientras crecía en ellas el vínculo de la solidaridad y el orgullo de ser 'matchgirls'. Algunas se caracterizaban por el sombrero que llevaban, sujeto a sus cabezas con unas largas agujas. Una descripción de la época atestigua: "A las cerilleras cuando se les presenta algún problema no dudan en utilizar esas largas y horribles agujas del sombrero para defenderse".

La huelga las llevó en manifestación hasta el Parlamento. La delegación que representaba a las 1.400 obreras fue elocuente en sus reivindicaciones. Se entrevistaron con tres diputados. El paso de las cerilleras por algunas calles 'bien' del centro de Londres causó estupor en la opinión pública victoriana. Las peticiones de las trabajadoras fueron atendidas. Allí surgió el mayor sindicato de mujeres del país. La huelga triunfó

La historiadora Louise Raw escribió ha escrito un libro en el que cuenta las pericias de estas mujeres, desconocidas y pioneras en el movimiento obrero: 'Striking a light: the matchwomen and their place in history" (Encendiendo una luz: el lugar de las cerilleras en la Historia).

Fuente: Conxa Rodríguez, "Las cerilleras del East End", El Mundo, 17/06/2013

Judith R. Walkowitz, La ciudad de las pasiones terribles, Cátedra, 1992, pp. 158-164.

30 may 2022

Cooperativismo. La experiencia de Mondragón (País Vasco).

Una experiencia cooperativa muy conocida es la de la Corporación Mondragón, en el País Vasco. A través de su sistema organizativo, la Corporación sigue los siete principios de la ACI - Alianza Cooperativa Internacional: educación, soberanía del trabajo, libre adhesión, organización democrática, carácter instrumental y subordinado del capital, solidaridad retributiva, y participación en la gestión.

8 may 2022

James Suzman. "Trabajo. Una historia de cómo empleamos el tiempo".

    El economista más influyente del siglo XX, John Maynard Keynes predijo en 1930 que a principios del siglo XXI, la mejora de la productividad y los avances tecnológicos deberían habernos conducido a una "tierra prometida" económica en la que las necesidades básicas estarían satisfechas y, en consecuencia, nadie trabajaría más de quince horas a la semana. Pero como señala James Suzman (Trabajo, 2021), ya hemos superado los umbrales de productividad y capital que, según Keynes, sería necesario alcanzar para conseguirlo. Con su fallida predicción, según Keynes habríamos así solucionado "el problema más acuciante de la raza humana", lo que los economistas clásicos llaman el "problema de la escasez", la idea de cómo compaginar nuestro deseo infinito, nuestras necesidades nunca satisfechas, con unos recursos limitados. 

Sin embargo, como nos muestra el estudio de los pueblos cazadores-recolectores, durante gran parte de la historia de la humanidad la vida económica no se organizó en torno a la preocupación por la escasez, sino por la presunción de la abundancia. "Durante el 95% de la historia de nuestra especie, el trabajo no ocupó en absoluto el lugar sagrado que tiene ahora en la vida de las personas". Hace 18.000 años, cuando la Tierra empezó a calentarse, se dieron los primeros pasos hacia la producción de alimentos, la agricultura y la ganadería, aumentando la huella energética y la importancia del trabajo. La transición a la agricultura cambió incluso la forma en la que experimentamos el tiempo. Los cazadores-recolectores "confiaban en la continuidad y predictibilidad del mundo que les rodeaba", centrando su atención en el presente y el futuro inmediato. Suzman sostiene que el origen del dinero se encuentra en los acuerdos de crédito y deuda que surgieron entre los agricultores, no en la economía de trueque, de la que nunca se han descrito ejemplos. Las ciudades antiguas aparecieron "cuando los agricultores locales fueron capaces de producir excedentes de energía lo bastante grandes como para mantener a grandes poblaciones que no necesitaban trabajar en el campo". Muchas de las primeras sociedades agrícolas eran mucho más igualitarias que las sociedades urbanas modernas: "trabajaban de manera cooperativa, compartían el resultado de su trabajo equitativamente y solo acumulaban excedentes en beneficio colectivo". La revolución técnica de la agricultura en la Europa del siglo XVI se aceleró con la esclavitud, el colonialismo y el comercio con el Nuevo Mundo. En las ciudades, la identidad social de los individuos se confunde con el oficio que desempeña. La introducción de la máquina de vapor permitió la creación de grandes manufacturas textiles y fábricas, en las que se podían desarrollar jornadas de 6 turnos de 13 horas. A finales del siglo XIX, casi la mitad de los empleados fabriles en Inglaterra tenían menos de 14 años. El consumo se volvió más influyente en las aspiraciones de los trabajadores. Frente a la crítica de Durkheim a "la enfermedad de la aspiración infinita", Adam Smith y generaciones posteriores de economistas estaban convencidos de que siempre albergaríamos deseos infinitos. Durkheim, por el contrario, consideraba que el sentirse abrumado por expectativas inalcanzables era una aberración social propia de tiempos de crisis. 

    Los economistas, afirma Suzman, ignoran dos cuestiones al definir el trabajo como el esfuerzo que dedicamos a satisfacer nuestras necesidades. La primera es que, a menudo, lo único que diferencia al trabajo del ocio es el contexto y si se nos paga por hacer algo o pagamos por hacerlo. Y la segunda, que hay muy pocos rasgos universales que definan qué constituye una necesidad humana. ¿Por qué, en una época de productividad sin antecedentes, seguimos tan preocupados por la escasez? Los economistas también mantienen que el trabajo crea valor, siguiendo la creencia de que el esfuerzo diligente siempre merece una recompensa. La distinción entre el trabajo y el ocio parece constar, en la actualidad, en si nos pagan por hacer una actividad o si lo hacemos porque queremos ("y con bastante frecuencia pagando con dinero ganado en trabajos normales"): "Las aficiones más populares implican hacer trabajos por los que en el pasado  nos habrían pagado o que otra gente todavía cobra por hacer (pescar y cazar, cultivar vegetales o cuidar el jardín, coser, tejer, la alfarería o la pintura; actividades de las que hemos dependido durante nuestra historia evolutiva, y que están cada vez más ausentes del lugar de trabajo moderno". 

Las sociedades de cazadores-recolectores tenían una "economía de beneficio inmediato", no dedican mucho tiempo a la búsqueda de alimento, ni recolectan más de lo que necesitan en el día, no almacenan alimentos. Además, rechazan la jerarquía, no toleran las diferencias significativas de riqueza material entre individuos. Practican la "compartición exigida", la obligación de compartir es ilimitada y la cantidad de cosas que dabas está determinada por lo que tienes en relación con los demás. No se considera de mala educación pedirle algo a otra persona de manera directa, pero se considera muy grosero denegar las peticiones. Consideran irrelevante el conflicto entre productores y "gorrones". Existen reglas, pero en culturas como los ju/'hoansis los regalos vinculan a la gente mediante redes de afecto mutuo que van más allá de un grupo particular o familiar. Nadie se aferra demasiado a los regalos. Lo importante es el acto de entregar  y parte de la gracia del sistema era que cualquier regalo recibido enseguida se volvía a regalar a otra persona que, a su vez, inevitablemente se lo pasaría a otra. El resultado es que cualquier regalo puede terminar en manos de su creador al cabo de varios años.

Como señala Suzman, "somos física y neurológicamente el producto del trabajo que hicieron nuestros antepasados evolutivos", a la vez que seguimos siendo remodelados de manera progresiva por los tipos de trabajos que hacemos. Aunque, en términos evolutivos, "podemos ser en igual medida producto de nuestro ocio como de nuestro trabajo". Suzman  responde, por último, a los que defienden que la tecnología (la automatización y la inteligencia artificial) son el catalizador del cambio social: "Es mucho más probable que el catalizador sea un cambio rápido del clima como el que provocó la invención de la agricultura; la ira causada por las desigualdades sistemáticas, como las que suscitaron la Revolución rusa; o quizás una pandemia viral que exponga la obsolescencia de nuestras instituciones económicas y nuestra cultura laboral, y nos lleve a preguntarnos qué trabajos son de verdad valiosos y a cuestionarnos por qué nos conformamos con dejar que nuestros mercados recompensen mucho más a quienes desempeñan cargos con frecuencia inútiles o parasitarios que aquellos que reconocemos como esenciales". 

3 may 2022

Racismo. Paz Moreno Feliu


     En 1991, tras la extensión de algunos ataques antisemitas por varios países de Europa en 1990, el Parlamento Europeo creó una Comisión de Investigación del Racismo y la Xenofobia. El informe resultante (Informe Ford, 1991) hacía un estudio detallado de los "rebrotes" del racismo en Europa. 

    España, país tradicional de emigración hacia otros países europeos y latinoamericanos, cuenta según los datos del informe con 0,9% de población inmigrante, de los que sólo 0,4% pertenecen a países extracomunitarios. En un artículo de la antropóloga Paz Moreno Feliu, titulado "La herencia desgraciada: racismo y heterofobia en Europa" (Estudios Sociológicos, XII: 34, 1994) denuncia el uso (o abuso) de la representación del racismo que se hace frecuentemente en nuestra sociedad (especialmente en los medios de comunicación social). Ese uso parece seguir dos modelos combinados: el modelo de la reductio ad hitlerum (que representa por ejemplo al racismo nazi como una radical excepción, y no como un suceso central de la modernidad del siglo XX); y la reductio ad inmigrantem (que establece un vínculo "causal" entre inmigración y racismo -especialmente en momentos de crisis económicas y desempleo-, excluyendo cómo las leyes del Estado-nación, su definición del ciudadano nacional y las ideologías nacionales determinan ese proceso). Paz Moreno defiende "la necesidad de aislar y contextualizar el racismo", y no utilizarlo como si designase "la esencia común a todas las segregaciones". El racismo, según la autora, "es una doctrina occidental, nutrida en varias fuentes, pero de formulación muy concreta, que predica que ciertas características físicas propias de unos grupos humanos llamados razas determinan, mediante el empleo de una sinécdoque causal, cierto tipo de rasgos culturales e individuales de carácter intelectual y moral". Los aspectos novedosos y centrales del racismo radica en su incrustación en la ideología moderna de las formas de poder, la utilización de la biología como determinante causal de una jerarquización entre grupos humanos. Ya no se trata de establecer analogías entre el mundo biológico y el social, sino en considerar al primero como fundamento del segundo. 

  


 Como advierte Paz Moreno, la histórica vinculación entre el Estado y las élites científicas y políticas con la doctrina racista hace difícil comprender qué es el llamado "racismo popular" ("las únicas masas que intervinieron en el holocausto, cuidadosamente oculto a la población, fueron las víctimas"). No se trata pues de la reacción prejuiciosa de una masa exaltada, sino de la eficiencia técnica y administrativa del Estado que, en sus proyectos de ingeniería social, logra que quienes no tienen cabida en su modelo de sociedad sean exterminados. Frente a quienes defienden hoy que el "racismo" actual ha desplazado el concepto raza por el de cultura, recuerda cómo los investigadores nazis, en su persecución de la "raza semita" llevaban a cabo las detenciones de judíos basándose en hechos tan poco biológicos como apellidos, genealogías, residencias y denuncias. 

       El racismo es un efecto, no una causa. No se trata de un sentimiento o un prejuicio espontáneo, sino que éstos son una consecuencia de prácticas políticas dirigidas a un programa de acción excluyente; prácticas que luego culpabilizan o responsabilizan a las clases populares de sus efectos. Si algo dejó claro la experiencia nazi es que las políticas racistas se formularon dentro del orden institucional. Así, abunda la retórica que presenta a Europa como un continente acosado por grandes multitudes de posibles emigrantes, cuando en realidad los países menos favorecidos acogen el 78% de los refugiados. Si la inmigración es percibida como un problema es porque las políticas europeas lo han definido así (con variaciones según el tipo de nacionalismo).

    Como concluye Paz Moreno, "la abstracción que identifica pueblo-lengua-nación, acompañada de la ideología que hace de esa identificación algo previo al Estado (y de hecho, su fundamento), supone que las naciones existe como "comunidad" que justifica la existencia del Estado. El contraste entre tal ideología y las situaciones empíricas no puede ser más revelador: ni existen comunidades homogéneas, ni existen estados en Europa que hayan surgido de la identificación de la triada anterior; de hecho, la mayoría de los estados europeos tienen varias lenguas, varios pueblos y, algunos, varios "movimientos nacionales".

2 may 2022

Racismo. Una breve introducción. Ali Rattansi

 Ali Rattansi, Racismo. Una breve introducción, Alianza Editorial, Madrid, 2021, 274 pp. Disponible en la biblioteca de nuestro Instituto.

    En el siglo XVIII, el naturalista sueco Carl Linneo propuso una clasificación de los humanos en cuatro grupos: americanus (rojo, colérico y erecto), europaeus (blanco y musculoso), asiaticus (amarillo, melancólico e inflexible) y afer (negro, flemático e indulgente). Linneo intentaba así establecer conexiones entre apariencia y temperamento. Dos filósofos destacados del mismo siglo "ilustrado", Kant y Hume, evaluaban la capacidad intelectual y moral de los diferentes pueblos clasificados a partir del color de la piel. En esa época el desarrollo del tráfico de esclavos impulsó las doctrinas sobre la raza, que permitían justificar la esclavitud. Se estima que al menos doce millones de africanos fueron esclavizados por los comerciantes europeos. 

Cartel de propaganda militar de la II Guerra Mundial. 
En el siglo XIX el racismo científico de autores como Robert Knox o el conde de Gobineau fusionaba la raza con la clase y con el género femenino, impulsivos y emocionales frente al control racional del hombre blanco. También la idea de nación tuvo un papel decisivo en los orígenes y desarrollo del pensamiento racial. 

"En 1914 las potencias europeas dominaban el 85% del planeta en forma de posesiones de una u otra clase". La ciencia, a través del darwinismo social y el movimiento eugenésico reforzaron la creencia de que la raza era la división humana fundamental. Si el darwinismo social de autores como el sociólogo H. Spencer defendían la mayor aptitud de las razas blancas (y con ello la necesidad de que gobernaran a las más oscuras e inferiores), el eugenismo pretendía determinar los diferentes grados de inteligencia de las poblaciones humanas, aunque sin un método claro para entender y evaluar dicha inteligencia (Galton, 1869). También alertaban de un proceso de degeneración nacional por el mayor ritmo de reproducción de las clases menos inteligentes. El movimiento eugenésico nazi para una "higiene racial" apoyaba mejorar el patrimonio genético alemán a través de la reproducción selectiva, que pronto se puso al servicio del genocida proyecto antisemita nazi.

Anuncio racista de jabón.

Tras el Holocausto y el fin de la II Guerra Mundial, la recién creada UNESCO publicó una declaración que cuestionaba la credibilidad del racismo científico, que ya había empezado a ser cuestionado desde la antropología cultural (Franz Boas, Ruth Benedict) y las ciencias naturales (que en los años 70 y 80 acabarían demostrando que "el concepto de raza no tiene ninguna base genética o científica".

    De hecho, ahora sabemos que todos los humanos descienden de una población original en África, donde se encuentra la mayor variación genética. La descodificación del genoma humano ha mostrado hasta qué punto es importante la mezcla de poblaciones en el pasado, "de modo que los habitantes que hacen reivindicaciones nativistas dentro de un territorio particular rara vez han sido los pobladores primeros u originales, cosa que compromete íntegramente estos relatos nativistas". Todos somos producto de múltiples migraciones y mezclas.

No obstante, se plantea Ali Rattansi, ¿se puede hablar de un nuevo "racismo cultural" o religioso sin referencias biológicas? El problema es que las demarcaciones culturales con frecuencia se trazan "de una forma que las naturaliza, al implicar que son más o menos inmutables". El concepto de racialización entiende al racismo como un proceso en el que "en diferentes momentos y lugares se ponen en juego diversos elementos que van en contra de unos grupos". La islamofobia conllevaría así fuertes connotaciones raciales. La racialización se entremezcla con otras formas de identidad, que incluye -junto a la clase y el género- también la edad, la discapacidad o la ciudadanía. Rattansi denuncia el "racismo daltónico" que sostiene que no existe un racismo institucional o estructural en nuestras sociedades, y que por lo tanto las desigualdades se deben atribuir a defectos individuales. El racismo sería de este modo un "prejuicio" individual y ahistórico, frente al cual bastaría con desarrollar programas de concienciación sobre diversidad que los contrarresten.

    Existe, según Rattansi, la posibilidad de que "la actual normalización de la xenofobia, el "nativismo", el nacionalpopulismo y el racismo en las sociedades dominadas por los blancos se combine con el autoritarismo para formar una "nueva normalidad" que afiance y amplíe aún más el alcance del racismo".


La filosofía: "jugar en serio"

 Platón considera la actividad filosófica como "jugar en serio": tomar en serio cuestiones que generalmente ignoramos (o que consi...