13 ene 2023

Falacias político-periodísticas.

 


El profesor Alejandro Martín publicó en su blog algunas de las falacias que se desplegaron en torno al independentismo en Cataluña. Indica a qué tipo de falacia corresponden los siguientes argumentos:

Repetir mil veces el mismo argumento “España nos roba”, de manera que se produzca la certeza emocional de que es así, sin argumentos o pruebas de peso.
- Afirmar que si tanta gente considera que tiene derecho a crear un nuevo estado vía referéndum, debe ser verdad.
- “ No vamos a salir de Europa, no vamos a dejar de usar el euro, no vamos a perder nuestra nacionalidad, no vamos a hundir el país en el caos administrativo ni la economía va a verse dañada, y la razón de todo ello es que nadie ha demostrado lo contrario”.
- La razón de que Cataluña quiera la independencia es el hecho de que una vez fue un reino autónomo.
- Seleccionar los datos que confirman la propia tesis (la guerra de Cataluña en 1714, por ejemplo) mientras se obvian aquellos hechos que desmienten la propia tesis.

- ¿Podrías encontrar algunas de las que también se publican a favor del nacionalismo español?

Esteban Galisteo también ha destacado algunas de las falacias políticas más populares:

La falacia ad hominem es un tipo de falacia que se ha hecho muy popular. Consiste en tratar de refutar la opinión de nuestro interlocutor aduciendo como premisa algún enunciado sobre alguna cualidad de este. Un ejemplo de esta falacia lo da nuestro Gobierno de vez en cuando. Desde que José Luis Bárcenas está en la cárcel, sus compañeros de partido repiten como una letanía que sus declaraciones no pueden ser creídas, puesto que está encarcelado. Sin embargo, desde un punto de vista lógico, del hecho de que Bárcenas esté en prisión no se sigue nada respecto del valor de verdad de sus declaraciones.

Una falacia a la que es aficionado Francisco Marhuenda, un tertuliano afín al Gobierno, se llama hombre de paja. Esta consiste en presentar una versión caricaturesca de los argumentos de los oponentes. Por ejemplo, cada vez que Marhuenda dice algo como esto: “entonces, según tú, el PP es malo y la izquierda es buena”, está cometiendo esta falacia.

Con la abdicación de Juan Carlos I se ha hecho muy popular el falso dilema, una falacia consistente en reducir un amplio abanico de opciones a solo dos opciones. Así se ha presentado esta falacia: “entre una monarquía con Juan Carlos I (o Felipe VI, según la versión) y una república presidida por José María Aznar, es preferible lo primero”. Vicenç Navarro ha rebatido recientemente este argumento, aduciendo uno de sus errores: puesto que el cargo de presidente de la república es electo, un mal presidente tendría los días contados. Sin embargo, desde un punto de vista lógico, el argumento es falaz por reducir todas las opciones posibles a tan solo estas dos opciones. El dilema real es “monarquía o república”, al añadir “con Juan Carlos I (o Felipe VI)”, al primer cuerno del dilema, y “presidida por José María Aznar”, al segundo, estamos falseando el dilema.

En una ocasión Esteban González Pons dijo que los atentados del 11-M fueron llevados a cabo por ETA, puesto que en la película La noche más oscura, que trata sobre los atentados de Al-Qaeda, no se hace referencia a los atentados de Madrid. Esta es una falacia que recibe el nombre de argumento ad ignorantiam y se suele aducir en su contra que “la ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. Dicho en román paladino, del hecho de que en una película bien documentada sobre los atentados de Al-Qaeda no se mencione un atentado, no se sigue que Al-Qaeda no haya realizado tal atentado.

Tan popular como las anteriores es la falacia ad baculum. Esta consiste en basar una conclusión en las consecuencias catastróficas que su contraria produciría. Por ejemplo, cuando se decía que si Grecia se salía del Euro, se enfrentaría a una crisis mucho más grave de la que está viviendo y que, por tanto, debía mantener la moneda única, se estaba cometiendo esta falacia. En este caso, se recurre al miedo para sustentar la conclusión de que Grecia debe mantener el Euro.

La que, con toda seguridad, más se utiliza en los debates parlamentarios, es la falacia llamada tu quoque, cuya traducción al castellano es "tú también". En este caso, se intenta refutar una argumento aduciendo que es inconsistente, sobre la base de que la persona que argumenta, en sus acciones o forma de ser, no está a la altura de lo que defiende. Un ejemplo claro lo tenemos cada vez que un político del PSOE acusa a uno del PP por sus escándalos de corrupción. La respuesta inmediata de los políticos de este segundo partido es hacer referencia al caso del los ERE de Andalucía. Y, viceversa, cada vez que un político del PP acusa a uno del PSOE por el escándalo andaluz de los ERE, este responde haciendo referencia a los casos del PP. Ante este tipo de falacia no hemos de perder de vista lo siguiente: el hecho de que una acusación de corrupción a un corrupto venga de otro corrupto es irrelevante para la verdad o falsedad de dicha acusación.


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